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Los sábados de Lomana: Jackie Kennedy, el “glamour” inteligente de una primera dama
De apellido francés, algo que le añadía un plus de cara a los americanos, que siempre se han fascinado por el chic francés, era hija de un corredor de bolsa de Wall Street y una «socialité» neoyorquina
Estamos a tres días de las elecciones americanas, en un momento muy duro y conflictivo, que imagino terminará con el desalojo de Donald Trump de la Casa Blanca. Se viene a mi memoria la que por unos años fue la «reina de América», Jackie, que tenía absolutamente fascinados no solo a los americanos, si no al mundo con su chic y su encanto, derrochando «glamour». A eso le llamo «el glamour inteligente»: saber crear una imagen y un estilo para seducir y fascinar en solo tres años que duró la presidencia de John F. Kennedy (1961-1963).
De apellido francés, algo que le añadía un plus de cara a los americanos, que siempre se han fascinado por el chic francés, era hija de un corredor de bolsa de Wall Street y una «socialité» neoyorquina. Jackie trabajaba en el «Washington Times» como fotógrafa investigadora y así conoció en una cena al entonces congresista, casándose al año siguiente.
Cuando aterrizó en la Casa Blanca, restauró y decoró absolutamente todas las estancias preservando su historia. Fue una gran contribución. Convirtió los alojamientos familiares de la residencia en lugares acogedores y atractivos, agregando una cocina y habitaciones para los niños. Cuando vio por primera vez la decoración de la residencia presidencial, le pareció decadente y de mal gusto. Ella era un cambio hacia la modernidad y la frescura. Tuvo un gran interés en introducir el arte y la cultura, así como encuentros con el mundo del cine, el arte y la literatura.
Todo lo contrario a la triste Melania, esposa de Trump, que no ha dejado ninguna impronta de su personalidad, quizá porque ha sido un mero trámite que está deseando que termine para no seguir aguantando a su estrambótico marido. Más bella que Jackie, pero sin su carisma y estilo.
Otra de las cualidades de Jackie fue dejarse aconsejar para convertirse en el icono de modaque hasta hoy sigue fascinando y siendo inspiración. Ese cambio de chica americana mona a divina se lo debe a Diana Vreeland, ex directora de «Vogue» y «Harper’s Bazar», que le aconsejó vestirse con moda americana teniendo un diseñador de cabecera que le crease un estilo propio diseñando su guardarropa, proponiéndole a Oleg Cassini, que en ese momento era novio de Grace Kelly, un hombre de gusto refinadísimo que supo cómo convertirla en la mujer más estilosa y elegante del momento creando para ella unos cortes muy depurados y modernos. Todos recordamos esos tocados tipo caja de pastillas, las chaquetas cortas con manga francesa y la falda sostenida con pinzas en la cintura.
Ella fue también la primera que contrató una secretaria de prensa, Pamela Turnure. Jackie sabía lo importante que era manejar con tacto y cuidar a la prensa, evitando hacer declaraciones públicas y controlando hasta la última foto. Fue la mejor embajadora de USA acompañando a su marido en viajes de Estado. Su viaje a Francia fue un éxito total en 1961. Impresionó al país con su impecable francés, así como su conocimiento de la historia de ese país. De Gaulle, hombre poco dado a los cumplidos, estaba encantado con ella. La noche de la cena de gala en el Elíseo vestía un Oleg Cassini color vainilla con un maravilloso bordado en la parte superior y corte en la cintura difícil de olvidar. De París viajaron a Viena, donde se reunieron con el primer ministro soviético Nikita Khrushchev en los tiempos duros de la Guerra Fría, pero con su encanto y educación consiguió que el encuentro fuera cálido.
Las continuas infidelidades de su marido las supo aguantar con estoicismo, incluso llegó a decirle a Marilyn Monroe que si pensaba que John estaba tan enamorado de ella por qué no le pedía que se divorciase. Algo que nunca ocurrió. Eran tiempos en los que los presidentes y sus mujeres tenían sentido de Estado. Por desgracia nosotros ahora tenemos un presidente que incluso se permite desaparecer del Congreso en plena votación del cierre del hemiciclo. Pues así estamos.
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