Habrían estado bien unas palabritas, pero ya avisó a la organización del Rastrillo de Nuevo Futuro: a su disposición, pero sin declaraciones. Y la disposición fue tal que ayer cogió su avión privado y se plantó en la sede de la asociación para cumplir con lo prometido: entregar regalos y juguetes a los niños de los hogares de acogida que mantiene la entidad. Se agradece el esfuerzo y esa sonrisa tan ideal con la que aparece siempre.
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Estas crisis económicas dejan muy desamparadas a las organizaciones que trabajan sin ánimo de lucro. Solo por eso, a Georgina hay que quererla. Tiene casi 22 millones de seguidores en Instagram y resulta un gesto generoso y tremendamente solidario, porque pone el foco en una asociación que se deja el alma para mantener más de cien hogares de acogida.
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Por primera vez en su historia, este año no podrá celebrar su tradicional Rastrillo. Ese en el que siempre veíamos a nobles de toda condición sirviendo cenas y poniendo copas para rascar bolsillos y apoyar la causa. Es probable que el hecho de que Nuevo Futuro esté enfocada en la infancia fuera determinante para que Georgina prestara su imagen. Otros ilustres van a fundaciones más populares. Pero adora a los niños –tiene un batallón en casa– y, aunque sorprende que se decantara por una asociación tan relacionada con marquesas y duquesas, se agradece porque es savia nueva y urgía rejuvenecerla un poco. Y lo está haciendo. Visitó el Rastrillo por primera vez hace tres años y desde entonces no falla. Este año no beberemos ni comeremos, pero compraremos mucho en su venta online. Ella ha donado ropa. Vamos, juventud.