Caso Pantoja
Los tres hijos de Paquirri se unen para rescatar la herencia y la fortuna secreta de su padre
El «cónclave de Barbate» analiza todos los bienes que dejó el torero. Además de las fincas, están en juego los trastos de torear, dinero, armas, trofeos, joyas...
Las polémicas declaraciones de Kiko Rivera acusando a Isabel Pantoja de haberle «robado» y «engañado toda la vida» en lo relativo a la herencia de su padre han conseguido lo que parecía imposible: la unión sin fisuras de los Rivera contra la viuda de Francisco Rivera «Paquirri».
Lo que se escenificó el pasado lunes en Barbate, cuando los tres hermanos Rivera acudieron a visitar a su tío Riverita, va más allá de una imagen que hace feliz a la prensa del corazón: la del acercamiento de Kiko a su familia paterna. La fotografía de los Rivera juntos no es solo la prueba de una reconciliación familiar, es la escenificación de la unión de los tres herederos universales del torero contra la persona a la que todos ellos acusan de perjudicarles e, incluso, de robarles.
El histórico enfrentamiento de Kiko Rivera, el menor de los hijos del diestro, con su propia madre ha puesto en el foco mediático la legalidad y moralidad del reparto de una herencia millonaria que benefició especialmente a su viuda. Una denuncia que, a lo largo de tres largas décadas, fue comandada por los Rivera Ordóñez y los Rivera Pérez, y a la que ahora se suma, por primera vez, el único hijo nacido del matrimonio del torero e Isabel Pantoja: Francisco José Rivera Pantoja.
El cónclave de Barbate, como podríamos denominar a la histórica reunión de Francisco, Cayetano y Kiko Rivera con Riverita, es la prueba más evidente de la ruptura de Kiko Rivera con los Pantoja y de la reciente unión de los Rivera en un frente común. Un triunvirato que investiga unido si la última mujer del torero les perjudicó, a conciencia y actuando de forma presuntamente ilícita, a todos ellos.
Kiko investiga los ingresos percibidos por Isabel Pantoja por la venta y alquiler de Cantora
Además de criticar que su madre haya hipotecado Cantora, la finca de la que es propietario en un 47,60 por ciento, y que haya vendido tres de las nueve fincas que la componían, Kiko Rivera ha señalado como responsable al que era su defensor judicial en el reparto de la herencia de su padre. Según el Dj, el abogado y amigo del torero, Ramón Calderón, nombrado por Isabel para defender sus intereses, permitió a su madre hacerse con el control de su herencia. La conmutación del usufructo y la cuota viudal por un porcentaje mayoritario de Cantora S.A dejaron desamparado al huérfano, a quien nadie protegió cuando Isabel Pantoja comenzó a vender fincas sin pedir la pertinente autorización judicial.
Del dinero que la viuda percibió por la venta de tres fincas y del alquiler, en su nombre y en representación de su hijo, de la finca Cantora a los ganaderos Ángel y David Vilariño, Kiko Rivera no ha visto un euro. Y la cantidad es lo suficientemente importante para que el Dj, acuciado por las deudas y las cargas hipotecarias, se plantee reclamar a su madre el dinero que le adeuda por los beneficios generados por su herencia.
Por la venta de tres fincas y el ganado, que también pertenecían a su hijo, Isabel ingresó oficialmente, según sus cuentas, 105 millones de pesetas en 1992. Esta es la cantidad que figuraba en las escrituras, si bien Juan Cuevas, intermediario y mayoral de Cantora, contó en su día que la operación se había cerrado, de palabra, en 250 millones de pesetas. A esto hay que añadir los 200 millones de pesetas que ingresó entre 1992 y 2013 por arrendarles a los Vilariño las fincas Cantora y La Garza (esta última, privativa de la tonadillera) sin rendir cuentas a su hijo. Según estos cálculos, Pantoja habría ocultado a su propio hijo unos ingresos de 2 millones de euros que ahora el Dj podría reclamar o capitalizar si consigue llegar a un acuerdo con su madre para vender la finca. Si la tonadillera se niega a hacerlo, la disolución podría llegar por la vía contenciosa y sería entonces cuando Kiko exigiera la parte que le corresponde por los ingresos no percibidos.
Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez también pueden reclamar otros bienes más desconocidos de su padre y que estaban en Cantora
El abogado de los hermanos Rivera Ordóñez, Joaquín Moeckel, ya ha interpuesto las acciones civiles para recuperar los objetos de enorme valor sentimental de sus clientes y que obran en poder de Isabel Pantoja en Cantora desde 1984. Según el letrado, las declaraciones de Kiko Rivera son la prueba de que su madre tiene todos los trajes de luces y otros efectos personales de Paquirri que la tonadillera aseguró que habían robado en Cantora. Pantoja tendrá que devolver lo que reclaman los Rivera Ordóñez, por las buenas o por las malas.
Pero tanto Fran como Cayetano son conscientes de que hay más acciones legales que podrían interponer para recuperar otros bienes que atesora la tonadillera en la finca de su padre: armas, trofeos, monturas, mobiliario, monedas de metales preciosos, cabezas de toro o una botonadura de plata de su padre. No es lo único que investigan. Al margen de estas pertenencias de Paquirri, los Rivera Ordóñez hablan de la fortuna secreta de su padre, aquella que no aparece en el testamento pero que todos conocen: el dinero que había en las cajas fuertes, los negocios, lo que tenía en América el torero y los más de 100 millones que habría ganado el de Barbate durante su última temporada y que desaparecieron en 1984 sin dejar rastro.
Aunque parece improbable que puedan actuar legalmente aquellos que permitieron el supuesto expolio de la fortuna del torero, la unión de los hermanos Rivera preocupa mucho a la viuda del torero. Isabel es consciente de que, además del menoscabo de su reputación, cualquier procedimiento judicial por la vía penal podría llevarla de nuevo a la cárcel. La pregunta es: ¿se atreverán los hijos de Paquirri a denunciarla y poner en peligro la libertad de Isabel Pantoja?
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