Amilibia
Juan Carlos I podría regresar a España disfrazado de Rey Mago
Parece que Zarzuela es reticente al regreso del Emérito. Cuentan las lenguas viperinas que en las conversaciones de Felipe VI con el Gobierno se ha barajado la posibilidad de que Juan Carlos I, al que ahora llaman «El Almendro» porque quiere volver a casa por Navidad, pudiera hacerlo disfrazado de Rey Mago, como Melchor o Gaspar. Maquillarlo de negro sería demasiado. «Al fin y al cabo (reflexionó, dicen, Iván Redondo), viene de Oriente y trae el oro de la regularización fiscal». «¿Y crees que traerá también algo de incienso para mí?», preguntó Sánchez. «No lo sé (intervino Iglesias, picarón), pero seguro que trae mirra: dice que su resina tiene propiedades afrodisíacas y analgésicas».
Hablando de disfraces, ERC planea sacar a Junqueras a la calle en la campaña electoral. Como el Supremo no es partidario de que se salga en febrero, comentan que sus devotos verían más apropiado sacarlo a la calle, sí, pero en abril y como paso de Semana Santa, aunque dudan si exhibirlo como el Cautivo, el Cristo de las Injurias o la Flagelación. De la Macarena ni se habló: ese paso ya lo tiene pedido Iceta. Por el baile, claro. Si Urkullu pudiera elegir se pediría el paso del Gran Poder: atribuye al euskera poderes sobre la pandemia, afirma que la crisis del coronavirus hay que combatirla hablando más vascuence. Si añadiéramos el chistu y el tamboril, podría superar en eficacia a la Pfizer y la Moderna. También los jefes de las tribus catalanas atribuyeron virtudes milagrosas a su idioma y al independentismo.
Pero la que se lleva la palma es Francina Armengol, la presidenta balear, que ha abierto una oficina contra «el dolor de no hablar catalán». Lo comprendo. Yo mismo siento un dolor continuo e insoportable por no hablar hindi, yoruba y suajili, pero no tengo la fortuna de tener al frente del gobierno de mi comunidad una mujer como Francina, extremadamente sensible y experta en dolores varios. Me la imagino consolando maternalmente en su regazo a los muchos heridos isleños, gimiendo por su lengua llagada, esperando la llegada de los cascos azules de la ONU para intentar frenar el feroz ataque del castellano y repartiendo opiáceos y porritos para mitigar tanto sufrimiento. ¿Seguro que es aquí a donde quiere regresar el Viejo Rey?
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