Entrevista
Macarena Olona: “Entre Casado y Sánchez, claramente pasaría un estado de alarma confinada con Sánchez”
La diputada de Vox en el Congreso tiene convicciones muy arraigadas. Se ocupa de criar a su hijo sin ayudas y cada noche pide perdón a Dios por los posibles errores cometidos
De niña quería ser princesa y en las distancias cortas es admisible: feminidad, larga cabellera suelta, modales y cutis impecables; sin embargo, Macarena Olona, tan dulce como aguerrida, es conocida como la «Dama de Hierro» del Hemiciclo. Obstinada defensora del principio de la Ley y el Orden, llegó al Congreso –dice– para defender a los españoles y no teme hacer temblar sus cimientos. Cuando Macarena Olona comparece nadie queda indiferente, su notable manejo de la legislación y la oratoria, su moral y su integridad le han valido tantas filias como fobias, admiración, entusiasmo y amenazas de muerte por las que lleva a su pequeño a la guardería con escolta.
-¿Es usted facha?
-Ya me llamaron facha en mi etapa como servidora pública en el País Vasco, donde defendía los símbolos del Estado, la dignidad de las víctimas del terrorismo... Cualquier elemento que representa a España es sistemáticamente agredido. Antes era facha por combatir la obligación de los alcaldes de colocar la bandera de todos porque así lo estableció la ley de 1981. Soy una mujer de Ley y Orden. Y en esa Ley y en ese Orden no caben ideologías, cabe cumplimento. Y cuando los políticos hacen excepciones a la ley según sus ideologías, se degrada la democracia y perdemos los españoles. Esta premisa la aplico en la política y también me llaman facha, y si ese es el peaje que tengo que pagar por los que me dan su confianza, el insulto es un honor. Voy a seguir defendiendo a los millones de españoles que dicen ¡basta! frente a una izquierda que ha ganado espacio por incomparecencia de quienes tenían que defendernos.
-¿La política añade felicidad o la quita?
-Yo tripeo y aguanto con entraña dura, pero una cosa es la política y otra, VOX, porque solo VOX en cada sesión es objeto de insultos descarnados que llegan hasta el punto de deshumanizarnos, como en las técnicas del nazismo. Al que llaman facha, que es todo aquel que se atreva a disentir, se le deshumaniza para luego justificar cualquier ataque. Cuando una diputada de Vox es objeto de una agresión y le parten una ceja, se niega la evidencia y se dice que es kétchup. Y cuando lo probamos y se alzan voces médicas acreditando la veracidad del informe de lesiones, se hace el silencio. El esfuerzo que tenemos que invertir en VOX es doble. Defender a los españoles y salir al paso de las mentiras que se vierten sobre nuestras ideas y sobre nuestra vida personal. Como no pueden combatirnos en un «fair play», tienen que acudir a manipulaciones para intentar desacreditarnos. Dicho esto, es un honor representar a los españoles.
-¿Si tuviera que pasar un confinamiento con Casado o Sánchez, con quién preferiría?
-Sin lugar a dudas con Sánchez, al señor Casado no se le reconoce de un tiempo a esta parte, las traiciones que está cometiendo hacia su propio electorado, los bandazos ideológicos... le pasarán factura por parte de sus votantes, no me interesaría pasar tiempo con él. En cambio, con Sánchez podría ser útil esa proximidad y sería una maravillosa oportunidad para atraerle al ámbito del sentido común y el interés general. En su defecto le recordaría cada mañana de nuestro confinamiento juntos cada una de las traiciones que ha cometido contra los españoles y tendría que escucharme.
-Hemos visto en Twitter un partidor de jamón de la Benemérita en su cocina y el pequeño Diego lució un gorrito recién nacido con su escudo en el hospital... ¿Qué relación le une a la Guardia Civil?
-La relación se remonta a cuando ingresé en el Cuerpo de Abogacía del Estado en Burgos. Allí tuve el honor de asumir en más de cien juicios su defensa y les admiré profundamente. Posteriormente obtuve la Jefatura de Abogacía del Estado en el País Vasco y prometí que nunca les abandonaría porque conozco el sacrificio de «Todo por la patria» que asumen personalmente cuando dedican su vida a todos los españoles.
-Su reciente maternidad habrá supuesto un cambio. ¿Cómo es un día en la vida de Macarena Olona?
-Siempre quise ser madre de una familia numerosa y casarme para toda la vida, sin embargo, he pasado por un divorcio y he sido madre casi como un milagro a los cuarenta... Afortunadamente, en VOX la conciliación discurre sin problemas y desde que supe de mi embarazo no han hecho sino apoyarme. Dicho esto, hago malabares priorizando lo más importante, que es mi bebé, y dedicando todas las demás horas a mi segunda pasión, que es poder representar a los españoles. En mi vida hay poco descanso. Me levanto a las seis de la mañana. Por la noche, tras acostar a Diego, reviso como secretaria general del grupo parlamentario que más trabaja en el Congreso las 100 o 150 iniciativas parlamentarias que hay diariamente.
-¿Es familiar? ¿Con quién pasará la Navidad?
-Muchísimo, pero este año para mí lo importante es que estemos bien, más que con quién. Como política tengo que ser responsable y cumplir con las restricciones sanitarias, no como otros políticos, que se dedican a interponerlas a los ciudadanos para, acto seguido, incumplirlas como en la cena de «El Español», a la que asistieron todos los partidos menos VOX y Podemos.
-¿En su familia y su círculo todos son de derechas?
-En absoluto, hay representación de muy distintas ideologías. Sin embargo, mis allegados de izquierdas se sienten defraudados con el gobierno, y Vox se ha convertido en el refugio que aúna a personas que en el pasado han votado a muy distintos partidos.
-¿Y qué pasa si el pequeño Diego se hace de Podemos?
-Yo nunca influiré en la ideología de mi hijo, pero sí me esforzaré en trasladarle unos valores muy firmes. Como una planta que ahora regamos y mimamos mucho. Si algo tengo clarísimo es que a mí no me cría nadie mi hijo, no tengo asistentes para que se dediquen a la crianza de mi bebé. Pienso que los valores deben trasladarse en el ámbito de la familia. Lo que le pediré es que sea coherente con arreglo a esos valores y, por encima de todo, que sea buena persona.
-Ha puesto de moda la mascarilla verde con banderita. ¿Cuál es su color favorito?
-Yo fui de las primeras en llevar una mascarilla en el Congreso porque el Gobierno, en esa política errática de gestión sanitaria, decía que no eran necesarias, pero me contagié y decidí no confiar en este Gobierno nunca más. Con respecto a los colores, me gustan todos, el naranja no es de ciudadanos, como me dijo una vez Arrimadas... No, no doy la bandera por arriada.
-Y hablando de colores, ¿nunca le interesó el Partido Popular?
-La política no estaba en mi radar, rechacé dos ofertas para incorporarme al ámbito político antes de VOX; por elegancia no desvelaré cuales fueron. Pero lo mío era el rigor de la toga, donde consideraba que prestaba un gran servicio. Sin embargo, llegó un momento en el que España me dolía demasiado y, justo entonces, Abascal y Espinosa de los Monteros me ofrecieron un proyecto con el que me sentí identificada. Era un partido demonizado por los medios de comunicación y los políticos. Yo escuchaba que hablaban de un partido machista, fascista... Pero comprobé que todas esas acusaciones eran falsas y di un paso al frente con un vértigo extraordinario; la arena política es un terreno de deslealtades, indignidad, ataques personales despiadados... embustes. Por desgracia, lo que llega al gran público es un entrecomillado descontextualizado, tergiversado... Y luego las personas no tienen tiempo de investigar y son objeto de una salvaje manipulación.
-¿Cree que VOX conseguirá un «sorpasso» al PP y gobernará un día?
-No tengo ninguna duda. VOX gobernará. La pregunta que me gustaría hacerle al señor Casado es si en las elecciones próximas VOX obtiene un escaño más que el PP, va a permitir que Abascal sea presidente o le va a entregar el gobierno a la izquierda.
-¿En España queda machismo?
-En España, más que machismo, hay una gran intolerancia, con muy diversas manifestaciones, algo contra lo que tenemos que luchar porque la estigmatización por condición sexual, creencias, raza, sexo, género, etc... va en contra de uno de los principios esenciales para todos los españoles y para el género humano, y es el principio de igualdad.
-¿Escuchó llorar a la ministra Irene Montero el Día de la Violencia de Género, una imagen muy comentada?
-Sí, y pienso que llorar no es un síntoma de debilidad en mujer ni en hombre. A veces los políticos tenemos que hacer un esfuerzo extraordinario para no llorar. Dicho esto, sus lágrimas me parecen absolutamente falsas, propias de una mujer que está totalmente desequilibrada, y lo voy a dejar ahí porque es importante respetar el ámbito privado de los políticos. Pero esas lágrimas no responden a un sentimiento de condolencia, sino a una representación, una puesta en escena de quien demuestra cada día que las mujeres no le importan, pero sobre todo de una mujer que está muy perdida, y que no se representa ni a sí misma. Se lo he dicho de frente, ¿eh?
-¿Cuáles son sus principios morales?
-Soy cristiana y agradezco haber recibido una educación en el amor y no en el odio. Esos valores los interioricé y los practico, aunque muy consciente de mis contradicciones; si algo agradezco profundamente a Dios es su caridad hacia mí. Cada noche, en un ejercicio de reflexión, le pido perdón por todas las incoherencias en las que incurro y le agradezco su generosidad por ese perdón. Algo que también practico yo.
-¿Cuándo cree que llegará una presidenta a la Moncloa?
-En VOX decimos alto y claro que estamos en contra de las cuotas femeninas porque nos parece un insulto hacia las mujeres, cuando se pone en valor que alcanzan un puesto de responsabilidad por el mero hecho de tener un sexo y no otro. El ejemplo más palmario es el de la Directora General de la Guardia Civil, de cuyos méritos el indigno Ministro del Interior solo alcanza a poner en valor el hecho de ser mujer.
-¿Se ve como presidenta?
-No es algo por lo que lucho y la verdad es que no es una aspiración. Hay unos versos de Calderón de la Barca que quiero recordar: «Estaré donde se me reclame y nunca rehusaré el deber que se me encomiende».
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