Opinión
El “correveidile” de Echenique ataca a la Monarquía olvidando sus propios errores del pasado
Hoy le toca criticar a la Monarquía, al discurso de Nochebuena de Felipe VI, al Rey Emérito, a los chicos del Partido Popular y al mismísimo sursuncorda
Le llaman irónicamente el “correveidile” de Unidas Podemos, el que le cuenta los chismes de unos y otros al Marquesito de Galapagar, el estiloso hombre de la coleta eterna o el moño descuidado. Adalid de afiliadas y ejemplo para antiguos alumnos universitarios.
Pablo Echenique entra dentro del esquema “el hombre es un lobo para el hombre”, que Thomas Hobbes plagió al romano Plauto en su libro “El Leviatán“, allá por el 1651, se olvida de que tira piedras al resto del mundo, de derechas, of course, cuando él acabó lapidado. Es la teoría equívoca de que “el estado natural del hombre le lleva a una lucha continua contra su prójimo”. Y Echenique tiene aprendida la lección.
Hoy le toca criticar a la Monarquía, al discurso de Nochebuena de Felipe VI, al Rey Emérito, a los chicos del Partido Popular, al mismísimo sursuncorda, como si Pablo, Pablito, Pablete, como diría el maestro José María García, fuera el ciudadano perfecto. Su moderna silla de ruedas más parece el apéndice de un tanque que una pieza “sanitaria”.
Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y él no recuerda los pecados del pasado. Recordemos que la Inspección de Trabajo le multó por la contratación irregular de su asistente personal, un hecho considerado como muy grave. Le pusieron una multa, fijada entre 10.000 y 25.000 euros, y la recurrió alegando que la relación laboral con su ayudante era la de un autónomo y su cliente. La vida es sueño en tiempos de Calderón de la Barca, trasplantados al siglo XXI.
Bendita la memoria que borra las malas acciones de su dueño.
También la que evita que el “correveidile” sepa que las redes sociales no solamente sirven para que critiques lo que consideras criticable, que en algunas cosas tiene razón, pero igualmente para asumir y respetar a los que censuran acciones erróneas. Pablo es maestro en esquivar las culpas, se las sabe todas, y cuenta con el beneplácito de los marquesones galapagueños, Pablo Iglesias e Irene Montero, que le miman como si fuera uno más de su familia numerosa. Un cuarto hijo, fiel y defensor de las normas paternas.
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