Amor
Mery Perelló cumple 33 años con el sueño de ser mamá
Hermética y discreta, así es la mujer de Rafa Nadal que siempre dijo que a los 33 años quería tener su primer hijo. Los cumple el próximo mes. La Prensa monta guardia con discreción en las clínicas de la isla por si hay buenas nuevas
El Paseo Mallorca, en el centro de Palma, se ha convertido en estos últimos meses en el punto de encuentro favorito de los isleños. El ir y venir de camareros con bandejas y comandas de vermuts, copas de vino y raciones de croquetas y ensaladilla es una constante. Ha crecido el número de bares y restaurantes que, aprovechando la posibilidad de instalar terrazas sobre las plazas de aparcamientos públicos, ha facilitado un cambio de tendencia: de terrazas junto al mar a las terrazas de asfalto, a las urbanitas. Hay ganas de volver a la nueva normalidad, poder quedar con amigos y compañeros de trabajo; desde este domingo, además, en mesas de ocho y hasta las doce de la noche. Es frecuente encontrarse ahora por la zona con directivos hoteleros, jóvenes abogados y empresarios cerrando negocios a la vista de todos; Mallorca es así, garantía de discreción. Uno de los locales más concurridos del momento, donde se rinde homenaje a la cultura del tapeo tradicional es el Colmado Hispania: abrió sus puertas justo un mes antes de la declaración del Estado de Alarma y hoy sigue en pie con éxito. Sus anchoas con pan de cristal y tomate, el erizo en su caparazón y la pluma ibérica Joselito son los «must» de la temporada. Lo sabe bien Mery (Xisca) Perelló que, al menos una vez al mes acude con su cuñada, Maribel Nadal, y un grupo de amigas a celebrar la vida, los éxitos y a superar las decepciones. Si pueden comer en el interior, más ajenas a los focos, mejor; pero las restricciones motivadas por la Covid-19 solo han permitido exteriores hasta la fecha, así que no hay nada mejor que enfundarse unas gafas de sol «oversize» para no llamar la atención. Funciona. Si la reconocen, sonrisa y saludo. Naturalidad.
La mujer de Rafa Nadal celebrará el próximo 7 de julio su 33 cumpleaños y quienes la conocen desde pequeña aseguran que a esta edad ella «ya se veía siendo mamá». La Prensa de la isla no está dispuesta a que le escape la que sería una de las noticias rosas del año y la sigue discretamente por si hay algún movimiento hospitalario. Única hija del matrimonio formado por el empresario inmobiliario mallorquín Bernat Perelló y la funcionaria del Ayuntamiento de Manacor, María Pascual, María Francisca Perelló Pascual pasó toda su infancia en su pueblo natal y cursó infantil y primaria en el colegio Pureza de María, un centro educativo católico concertado, fundado por Alberta Giménez en 1901 y que cuenta con centros en otras ciudades de España y también en África y Latinoamérica. En las aulas de ese centro compartió pupitre con Maribel, hermana del hoy laureado tenista y que, a la postre, acabó siendo la mejor celestina de la pareja.
Mery y Rafael crecieron juntos y su noviazgo comenzó a la par que los éxitos del deportista. Y ya desde aquel momento las reglas del juego quedaron establecidas. La personalidad de Mery fue clave. Hermética, discreta y algo tímida, en sus comienzos era difícil obtener alguna imagen de la pareja junta, mucho menos declaraciones. Todos los focos eran para el tenista, aunque su popularidad se disparó a partir de aquella primera aparición en 2005 en el torneo Roland Garros; el primero de los 13 que ha ganado el de Manacor. Aún así, continuaron con su estrategia de cuanto menos, mejor. De hecho, en el libro «Rafa: Mi historia», escrito por el propio tenista y el periodista británico John Carlin, Mery da las claves del éxito de su relación: «Viajar juntos a todos lados no sería bueno ni para él ni para mí. Si lo siguiera a todas partes, o él a mí, creo que habría peligro de que nos dejáramos de llevar tan bien».
Así que fieles a sus ideas, mientras Rafa entrenaba, viajaba, competía y ganaba, Mery se licenciaba en Dirección y Administración de Empresas en la Universitat de les Illes Balears. Tras graduarse, realizó prácticas en el departamento de Comunicación de Endesa y después se trasladó a Londres para trabajar en IMG, la mayor multinacional del marketing deportivo, donde se especializó en patrocinio y esponsorización. Justo en 2011 llegó una oferta de Mapfre y regresó a Mallorca. Desde ese momento, su relación con los medios de comunicación –y también la madurez– empezó a ser mucho más espontánea y relajada.
Fue en el stand instalado por la compañía de seguros durante la celebración de la Copa del Rey de Vela, en el Real Club Náutico de Palma, cuando la hoy esposa de Rafa Nadal, dejó claro cómo le llamaban en casa. Una mañana, cuando los fotógrafos se habían embarcado para seguir la competición en alta mar y apenas había gente en el interior del recinto, accedió a conversar con un grupo muy reducido de periodistas, casi todos jóvenes en prácticas, casi todos con edades parecida a la de ella. Y allí lo soltó: «Nadie me llama Xisca en casa, solo lo hacéis vosotros. Me reconozco más en Mery». Así titulamos la noticia en su día, aunque muchos compañeros, años después, seguían empeñandose en llamarla como les daba la gana. El único que la llama por su nombre completo de pila, María Francisca, es el propio Rafa pero solo «cuando estamos enfadados, que son muy pocas veces», confesó el tenista en una entrevista.
Detallista y cabezota
Discreta y paciente, pero también perfeccionista, puntillosa, detallista y cabezota, Mery Perelló ha sabido esperar su momento. Catorce largos años de una relación tranquila, ajena a todo tipo de rumores de infidelidades, que los ha habido, incluso noticias de ruptura, aunque en su pueblo, Manacor, hay un muro infranqueable en torno a ellos, y que culminó en boda en octubre de 2019 en una ceremonia que tuvo lugar en La Fortaleza, en Pollença; mismo escenario donde meses antes se casaba el futbolista del Real Madrid, Gareth Bale con su novia Emma Rhys. «Fue el sí quiero que ella había soñado. Planeó todo el enlace, todos los detalles... le dejaron hacer lo que quisiera. Se sintió como una princesa de cuento», cuenta una fuente muy cercana a la pareja. Buen ejemplo de su profesionalidad y su perfeccionismo es el tiempo que tardó en decidir qué dos imágenes aportaban a la prensa como prueba de su unión. Las fotografías se esperaban para la mañana del día siguiente y llegaron casi al cierre de la edición.
Su carácter hogareño y familiar se refleja también en el ámbito laboral. Desde 2012 trabaja con su suegra, Ana María Parera, en la Fundación Rafa Nadal, «entidad en la que el deporte y la educación son nuestros mejores aliados; dos pilares muy presentes en cada uno de nuestros proyectos», tal y como se anuncia en la web de la institución. Mery Perelló comenzó como directora de los proyectos de integración social que impulsa en España e India y que beneficia a unos 800 niños al año, y el próximo noviembre cumplirá dos al frente de la Fundación como directora general. Un trabajo que lleva con orgullo y dedicación y del que habla abiertamente en las pocas entrevistas que concede. En ellas explica cómo su colaboración con la Fundación Vicente Ferrer, con la que impulsó la creación de una escuela en Anantapur, ha cambiado la vida a cientos de niños. De hecho, Mery viaja al menos una vez al año al país asiático de, donde asegura, vuelve con ánimos renovados para continuar con el trabajo. Y es en estas entrevistas donde puntualiza que la Fundación no es solo cosa de ella y de su suegra: «Somos un equipo, no trabajamos de manera individual. En estos años hemos trabajado mucho, acumulado mucha experiencia y hemos conseguido resultados; por eso creemos que es un buen momento para aprovechar nuestra imagen y dar a conocer los proyectos que se desarrollan».
Deportista habitual, practica el tenis pero solo como afición, Mery Perelló mantiene sus mismos amigos de la infancia y la relación con su cuñada continúa siendo excelente. De hecho, el pasado fin de semana estuvieron juntas de excusión en Sa Dragonera. Día de barco, amigos y confesiones. Si Rafa avanza en París estos días, seguro que la vemos en las gradas. No en vano, la Ciudad de la Luz es una de sus favoritas. También, para ir de compras.
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