Memorias

Muere Jesús Mariñas: El periodista se va de la lengua

Jesús Mariñas, quien ha fallecido hoy en Madrid, escribió hace unos meses sus memorias donde narraba episodios junto a los rostros más conocidos de la crónica social.

Jesús Mariñas en la Feria de San Isidro en 2017
Jesús Mariñas en la Feria de San Isidro en 2017KLAGTRES

Jesús Mariñas publicó hace unos meses sus memorias. El periodista más temido de la llamada Prensa del corazón, el hombre ante el que todos temblaban, ajustaba cuentas también con él mismo en «Jesús por Mariñas» (La Esfera). Quiso acordarse de algunos, los divos y las divas de su época, y deliberadamente omitió a otros que no merecían más que una nota a pie de página. Hay episodios que se vislumbran pero que no podrían publicarse por expreso deseo jurídico. Puedo presumir, como ayudante y sacacorchos de sus recuerdos, de guardar para siempre algunos secretos del poder de una bomba de racimo que pondrían del revés a ciertos personajes de los que pueblan las revistas del cuore (y al propio Mariñas). Algunos pasajes deben ser leídos casi como un jeroglífico. He oído historias que no creerían y que nunca sabrán, aposentado frente al sofá desde donde Jesús daba rienda suelta a su lengua y dejaba escapar a sus fantasmas mientras tomaba agua con gas. Sus memorias no dejan de ser un homenaje a una manera de ejercer el periodismo que hoy sería impensable y a aquellos grandes personajes que han sido sustituidos por otros sin más oficio que el de salir por televisión.

En sus memorias, Mariñas coteja su propia memoria histórica. Ha convivido con figuras mayúsculas de las que la mayoría habla de oídas. Por su libro desfilan Carlos Larrañaga, el hombre que enamoró a Cary Grant (y a muchos más); el Rey Juan Carlos, un confidente que le regaló corbatas; la Duquesa de Alba, que le llamaba a las seis de la mañana para enterarse de lo que se cocía en las fiestas, y sus extrañas bodas; la falsedad amorosa de Julio Iglesias; qué escondían, tras tantos debates televisivos, Isabel Pantoja y Encarna Sánchez; por qué María Teresa Campos quiere más a Rocío Carrasco que a sus propias hijas; cómo fue su relación erótica con Vicente Parra y Rafael Amargo (con sopresa inédita incluida); las contradicciones, tal vez explicadas por su sexualidad, de Rocío Jurado; qué pasaba cuando se apagaban las luces del estudio de «Tómbola», cómo eran las míticas noches sin fin del «Bocaccio» barcelonés... Pero más allá de la corteza chismosa, lo que Mariñas transmite es el olor y el hedor de unos años que retratan la historia de España cuando despierta al color del cuché, de qué manera hemos cambiado y no siempre para bien.

Hoy las antológicas crónicas de Mariñas, que hasta hoy ha seguido escribiendo en LA RAZÓN con total libertad, serían canceladas y perseguidas como una corrida de toros por las hordas de lo políticamente correcto de la mima manera que buscaban apalizarle las élites cuando husmeaba en sus asuntos de alcoba. En este sentido, Jesús aparece como un agente subversivo aunque él no lo sepa. Como se dice en el libro, este no es el prefacio del crepúsculo de un dios sino la exclusiva de su vuelta al centro de la actualidad, ese lugar desde donde se hizo salvaje, insoportable, perverso y genial.