Opinión
La crónica de Amilibia: Preguntas cordiales y decorosas a los congresistas
“Es difícil la transición del masaje con final feliz de la prensa adicta a las intolerables faltas de respeto y burbujas mediáticas de la prensa reaccionaria, capaz de preguntar sin sonrojo por la opinión que le merecen las protestas de policías y guardia civil, por ejemplo”
Los partidos que forman el Gobierno y sus socios parlamentarios quieren poner límites a los periodistas acreditados en el Congreso. Denuncian «intolerables faltas de respeto» que «rompen el clima de cordialidad y decoro entre periodistas y políticos». Alehop: ya tenemos en la pista central del circo el protocolo de la nueva democracia según el libro de estilo o el evangelio de la coalición. Ya tenemos aquí lo que aún no ha ocurrido en Hungría ni Polonia: lo más chic en la nueva línea informativa que anhelan Rufián, Echenique y Otegi, grandes maestros del decoro parlamentario que con su firmeza progresista nunca concederán que faltar al respeto al poder es precisamente el primer mandamiento del periodista, sobre todo porque el poder casi nunca lo merece. Un pensamiento típicamente fascista, claro. Ahí los tenemos, cara al sol e impasible el ademán, añorando que lleguen las comparecencias sin preguntas, porque ¿para qué preguntar cuando todos sabemos que ellos no tienen respuestas ni falta que les hacen?
Quieren mantener el clima de cordialidad. Se entiende: es difícil la transición del masaje con final feliz de la prensa adicta a las intolerables faltas de respeto y burbujas mediáticas de la prensa reaccionaria, capaz de preguntar sin sonrojo por la opinión que le merecen las protestas de policías y guardia civil, por ejemplo. Para que el decoro y la cordialidad prevalezcan entre informadores y señorías, propongo a los colegas varias preguntas que probablemente serán aceptadas por los parlamentarios sin recelo ni rechazo: ¿Cómo se encuentra usted hoy? ¿Ha descansado placenteramente? ¿El desayuno fue de su agrado? ¿Sus niños están contentos? ¿La familia se halla bien? ¿Su señora madre goza de buena salud? ¿Y su señor padre? Y por ahí siempre.
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