Su look nupcial
20 aniversario de la boda de los Reyes: los secretos de un vestido para la historia
Pertegaz creó un vestido que dio mucho que hablar. Analizamos la trascendencia del diseño veinte años después
Cuando se conoció que Doña Letizia llegaría al altar vestida por Manuel Pertegaz, todo el mundo entendió que aquello era un homenaje a la moda española y que si se elegía la figura del diseñador nacido en Teruel no era fruto de un capricho o una casualidad. Él era el último de los grandes (con respeto de Elio Berhanyer) que quedaba de la edad de oro de la alta costura española, algo que venía refrendado por la exposición homenaje que exhibía en esos días el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
«Es un traje que por mucho que pasen los años seguirá siendo un referente», afirma Isabel Goiri Basaldúa, una de las diseñadoras más respetadas en moda nupcial de nuestro país. «Para eso se escogió a un nombre con un conocimiento impresionante de la alta costura. Basta ver cómo está realizado el vestido para darse cuenta de lo bien que le sienta». El diseñador Fabio Encinar coincide: «Hay que valorarlo como es, un vestido para una reina, y ahí no debes dejarte llevar por el peso de la tendencia, sino por la atemporalidad, y eso se supo conseguir».
Dos décadas después de que todos los ojos se fijaran en él, el traje se puede contemplar en el Palacio Real de Aranjuez, donde comparte vitrina con los otros vestidos de la casa real española. Ahí se pueden apreciar elementos como la tela y los bordados, que destaca Basaldúa como una de sus claves: «El tejido es el cimiento de ese diseño y sus responsables fueron las sederías de Rafael Catalá. Aquella decisión fue todo un acierto». Aunque, según recuerda Encinar, también generó numerosas anécdotas: «En la carrera tocamos mucho este tema y nuestra profesora de historia nos explicó muchas curiosidades». Entre ellas, el diseñador madrileño destaca, por ejemplo, el telar especial que se tuvo que construir para poder alcanzar el ancho de tela deseado, cómo se tuvo que transportar en un camión hasta Madrid o que se tuviera que recurrir al hilo de plata para los bordados pues se acabó el de oro.
La leyenda
Todo eso configuran una leyenda de un vestido que pasó a la historia por otro detalle: el famoso cuello chimenea. «Era un traje espectacular, pero, desde mi punto de vista, hubiera planteado otro cuello», confiesa Basaldúa. Fuente de un sinfín de comentarios, quizás esa fue la razón por la que no resultó un diseño tan influyente como el de María García de la Rasilla, obra de la diseñadora. «No tuvo el efecto que consiguió el de Lady Di», recuerda Encinar. «Aunque sí que creo que el cuello y el escote se repitió luego para las madrinas».
Lo que nadie puede negar es que creó una imagen icónica de una boda que pasó a la historia y que, además, ayudó a que muchas generaciones volvieran a tener en su horizonte la obra de Manuel Pertegaz, uno de los grandes maestros que, como el genial Balenciaga, se despidió de la costura por la puerta grande de una iglesia.
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