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La tristeza crónica de Charlene de Mónaco

Princess Charlene of Monaco
Princess Charlene of MonacoPool/ABACAGTRES

«Charlene sufre fatiga, no solo física, y debe tratarse con un periodo de descanso. […] Lo digo amablemente: dejadla tranquila. Dejadnos tranquilos un tiempo». Alberto de Mónaco buscaba, ofreciendo una entrevista en «Paris Match», la empatía de los medios para sobrellevar los días oscuros que atraviesa su esposa. «Nuestra pareja no está para nada en peligro», subrayaba tratando de detener los rumores que se mezclan en un relato que parece menos escandaloso de lo que se creía, pero sin duda más triste.

Charlene no está bien. Este es el único hecho cierto que explica las ausencias de la princesa monegasca, primero durante seis meses retenida en Sudáfrica, y ahora en una lujosa clínica suiza especializada en adicciones y procesos depresivos. Tal vez habría que remontarse un año atrás para recuperar algunos hechos que ahora pueden ofrecer algunas respuestas.

Prince Albert II of Monaco looks at his children Prince Jacques and Princess Gabriella showing messages for their mother Princess Charlene, from the balcony of the the Monaco Palace during ceremonies marking National Day, Friday Nov.19, 2021 in Monaco. Princess Charlene is currently convalescing in a confidential place after battling with poor health over the past few months. (AP Photo/Daniel Cole)
Prince Albert II of Monaco looks at his children Prince Jacques and Princess Gabriella showing messages for their mother Princess Charlene, from the balcony of the the Monaco Palace during ceremonies marking National Day, Friday Nov.19, 2021 in Monaco. Princess Charlene is currently convalescing in a confidential place after battling with poor health over the past few months. (AP Photo/Daniel Cole)Daniel ColeAP

A finales del verano de 2020, Charlene reconocía que el aislamiento por la pandemia la estaba afectando, echaba de menos a su familia sudafricana; su padre se había sometido a una cirugía y dos amigos habían fallecido. Quizá de esa forma intentaba justificar que en alguna ocasión hubiera aparecido en público sin maquillar, menos atenta a su estilo, agravando así ese gesto adusto con el que se ha ganado el sobrenombre de «la princesa triste». «Muchas veces la gente desconoce lo que ocurre detrás de la escena», aseguraba, apuntando a una marejada que el protocolo obligaba a ocultar.

Poco después, la princesa sorprendía con un cambio drástico de estilismo, rapándose un lado de la cabeza y acompañando su corte punk –demasiado atrevido para los usos de palacio–, con ropa desenfadada. Decía Coco Chanel que cuando una mujer se corta el cabello es que está por cambiar su vida. Britney Spears o Miley Cyrus podrían corroborarlo, aunque en ellas fue el síntoma de una crisis personal que las llevó a terapia. Es probable que Charlene estuviera pasando por lo mismo y, buscando una salida a la tormenta personal que vivía, se trasladó a Sudáfrica en cuanto el Covid-19 permitió abrir las fronteras. Seis meses apartada de todo, pero sometida de nuevo a las dudas maledicentes sobre la enfermedad que padecía, lo que también mermó su ánimo; expuesta a las especulaciones sobre su matrimonio y su fidelidad. De regreso a Mónaco, demacrada, muy delgada, apenas pudo ofrecer unas cuantas fotos cariñosas junto a Alberto y sus dos hijos antes de admitir que se sentía rota y recluirse en Suiza para aliviar una infelicidad que amenaza con ser crónica.