A la venta
¿Qué fue del Fortuna?: el yate de los años felices de la Familia Real no encuentra comprador
Hubo dos yates con ese nombre, que eran utilizados tanto para el ocio de la Familia Real como de representación
Los veranos de la Familia Real en Mallorca tenían siempre el mar como punto de referencia. Una herencia que venía de Don Juan, Conde de Barcelona que estudió en la Escuela Naval Británica y dio la vuelta al mundo en un crucero de la Royal Navy. Los hijos (Don Juan Carlos y las Infantas Pilar y Margarita ) aprendieron a navegar en Estoril donde vivieron el exilio. El mundo del mar siempre estuvo muy presente en la familia y lo sigue estando.Don Felipe participará en las regatas de vela que lleva su nombre a finales de este mes. El 6 de agosto entregará la copa en el transcurso de un acto en el club náutico de Palma y esa misma noche tomará el vuelo que le lleve a Bogotá para estar presente en la toma de posesiones de Petro, el nuevo presidente de Colombia.
Durante años el Rey emérito participaba en esas competiciones de vela que se organizaban en verano en la bahía de Palma. Competía contra sus hijos, el Príncipe Felipe y las Infantas Elena y Cristina. Y los tres se esforzaban por ganar. En estos casos no había protocolo. Desde pequeños el hoy Jefe del Estado y sus hermanas tomaban clases en la escuela de Calanova igual que muchos años después también lo harían los niños Marichalar y Urdangarin.
Navegar, participar en regatas y disfrutar de las espectaculares calas de las Baleares y de la isla Cabrera, donde solo podían atracar el Fortuna y el Somní, lo barcos que utilizaban la Familia Real, era la agenda deportiva de los Reyes y sus hijos. Precisamente en una de esas salidas al mar del Príncipe Felipe fue cuando los paparazzis le pillaron con Isabel Sartorius.
Navegar era una costumbre familiar que se ha perdido en la generación de la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía. Su relación con las regatas se resume a la aparición cuando toca en el club náutico para despedir a su padre. Esta es la única implicación. Al menos públicamente.
Hubo dos Fortuna, y sirvieron tanto para ocio del Rey Juan Carlos y su familia como de representación. Los mandatarios extranjeros (Bill Clinton entre otros) y presidentes de Gobierno de España eran agasajados con un paseo en el Fortuna. Aún se recuerda la imagen de los príncipes de Gales con sus hijos en la cubierta del yate. La Reina Sofía seguía las regatas desde el barco con sus nietos y sus sobrinos Gómez Acebo. Los duques de Badajoz tenían su propio barco, un llaüt mallorquín al que el marido bautizó con el nombre de Doña Pi, que así llamaba cariñosamente a su mujer. El primer Fortuna fue un presente del rey Fadh de Arabia Saudí en 1979 y dos años después pasó a Patrimonio Nacional. Fue el más fotografiado. Después llegaría el segundo, construido en los astilleros Izar De San Fernando en el año 2000. Fue un regalo de empresarios de Baleares que pagaron 20 millones de euros y consideraban que de esa manera fidelizaban la estancia del Rey en las islas. Era un barco espectacular con cinco camarotes dobles, además de los de la tripulación. Y lo más llamativo, tres motores Rolls-Royce que sirvieron como reclamo cuando se puso a la venta para ofrecer el barco por piezas. Nadie imaginaba que el yate que había sido el palacio flotante del Jefe del Estado no tuviera comprador una vez que Don Juan Carlos renunció a su uso en 2013. Patrimonio no podía hacerse cargo por el elevado coste de mantenimiento y se lo devolvió a los empresarios que lo pusieron a la venta por ¡¡diez millones!!. La mitad de lo que había costado.
No interesaba ni por piezas
Comenzó entonces una especie de travesía del desierto del Fortuna. Nadie estaba interesado, incluso tampoco por piezas. Por fin la compañía Balearia lo adquirió por algo más de dos millones de euros con la intención desmantelar y utilizar las turbinas. El coste de este cambio era altísimo y la compañía decidió ponerlo de nuevo a la venta.
Ya no era el Fortuna con el que la Familia Real había navegado feliz sino una embarcación de lujo con el nombre de Fonder. Se ofertaba como el yate más rápido del mundo por tres millones y medio de euros. El problema era que la oferta no cuadraba con la demanda. Pasó bastante tiempo atracado en el puerto de Denia. En la actualidad el barco sigue sin tener comprador.
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