Deber y devoción

Ana de Inglaterra: la incansable dama de hierro de la Casa Windsor, que no planea jubilarse hasta los 90

A punto de cumplir 75 años, la princesa más discreta y trabajadora de la realeza británica confirma su intención de seguir en activo

Isabel II, la monarca más longeva de la historia de Reino Unido, y su hija, la princesa Ana de Inglaterra
Isabel II, la monarca más longeva de la historia de Reino Unido, y su hija, la princesa Ana de InglaterraAnnie LeibovitzAgencia AP

Mientras otras figuras reales se retiran discretamente o buscan reinvenciones lejos del protocolo, la princesa Ana sigue imperturbable, con su moño impecable, su mirada firme y una agenda que haría temblar a cualquier veinteañero. La única hija de la Reina Isabel II cumplirá 75 años este 15 de agosto y, lejos de pensar en la jubilación, ha comunicado -según recoge The Times- que su intención es mantenerse en activo hasta, al menos, los 90. Y conociéndola, nadie duda de que cumplirá su palabra.

En 2023, Ana volvió a ser la royal más trabajadora del Reino Unido, con 474 actos oficiales a sus espaldas, por delante incluso de su hermano, el Rey Carlos III. Lo suyo no es el show ni las portadas. Es el deber. La rutina. El compromiso silencioso. El mismo que ha sostenido durante más de cinco décadas sin necesidad de discursos grandilocuentes ni poses estudiadas.

Sigue el ejemplo de sus padres

La decisión de continuar al pie del cañón hasta los 90 no es caprichosa. Sigue el ejemplo de su padre, el Duque de Edimburgo, quien no se retiró oficialmente hasta los 96 años, tras más de seis décadas al servicio de la Corona. «Ha dicho que su plan es seguir trabajando hasta los 80, luego empezar a reducir su actividad un poco y después imitar al Príncipe Felipe y retirarse por completo a los 90», señala la fuente citada por el diario británico.

A pesar de su inminente 75.º cumpleaños, la princesa ha rehusado cualquier celebración ostentosa. No habrá retratos oficiales ni entrevistas ni fastos palaciegos. Tan solo una moneda conmemorativa de cinco libras esterlinas, emitida por la Real Casa de la Moneda, como único homenaje institucional. En ella se lee: "La princesa real. Celebrando 75 años. Deber y devoción". Una inscripción que no podría ser más exacta.

Desde su nombramiento como Princesa Real en 1987, Ana ha sido un pilar de estabilidad en una familia a menudo azotada por tormentas mediáticas. Alejada de escándalos -salvo su discreto divorcio en 1992-, su trayectoria ha estado marcada por la coherencia y la resiliencia. Ni siquiera un intento de secuestro en 1974 alteró su temple: «Not bloody likely», respondió al atacante cuando este le exigió que saliera del coche.

Decimoctava en la línea de sucesión, olímpica, madre sin títulos nobiliarios para sus hijos, y símbolo de una ética de trabajo casi espartana, la princesa Ana demuestra que, en la monarquía británica, hay una grandeza que no necesita tronos. Solo constancia.