Carlos III podría rechazar la quimioterapia y optar por terapias naturales, según uno de sus biógrafos

Antes de sembrar alarma, hay que advertir que a Tom Bower, autor, entre otros libros, de "Venganza: Meghan, Harry y la guerra entre los Windsor", le anteceden calificativos como polémico, provocador o controvertido. Sus palabras siempre son explosivas. Sin embargo, como escritor e historiador conoce hasta las entrañas de los Windsor, lo que le ha permitido publicar una larga lista de títulos en torno a la Casa Real, rigurosamente documentados. Estos prolegómenos son necesarios antes de exponer sus asombrosas declaraciones en el canal GB News: "En mi opinión, el rey Carlos no se someterá a quimioterapia" para tratar su cáncer.

No dice que su equipo médico haya descartado esta opción, sino que sería una decisión personal que podría tomar influido por el curandero que contrató después de verano como médico jefe de la Casa Real, Michael Dixon, fanático de la homeopatía y las terapias alternativas. "Voy a especular, pero el rey es un gran admirador de la medicina alternativa", avanzó Bower. Explicó que Carlos III siempre se ha mostrado contrario a estos tratamientos. "Él cree mucho en las hierbas naturales, brebajes y ese tipo de cosas".

El escritor argumenta que el monarca siguió al pie de la letra los consejos de Dixon, a quien "siempre dio su apoyo". A lo largo de la entrevista persistió en su idea de que el soberano no "cree" en la quimioterapia y que había viajado a Sandringham para someterse a un tratamiento con medicinas alternativas.

Bower ha declarado también que a Carlos III no ha tenido más remedio que anunciar su cáncer. "No le quedó otra opción porque, primero, iba a desaparecer de la vida pública; y segundo, si estuviera en el hospital, obviamente se habría filtrado a la prensa".

Malos precedentes

El corresponsal real ha mostrado su lógica preocupación porque está convencido de que estos métodos alternativos no lograrán tratar al rey "como lo haría la medicina convencional". Cabe recordar el caso de Steve Jobs, que murió a causa de un cáncer pancreático que le diagnosticaron en 2003. Su pronóstico era mejor que el de otros pacientes, pero optó por terapias basadas en zumos de frutas, consultas espirituales y acupuntura, retrasando la cirugía y la quimioterapia durante nueve meses que habrían sido decisivos. El autor de su biografía, Walter Isaacson, explicó: "Creo que sentía que si ignoras algo que no quieres que exista, puedes optar por el pensamiento mágico". Cuando finalmente Jobs aceptó la ayuda de la medicina, era tarde.