Mundial de Clubes

Nuevas revelaciones
Todo lo que rodeó la vida de Diana de Gales sigue despertando interés. Su muerte sigue rodeada de un halo de misterio y son muchos los que no se creen la versión oficial del accidente de tráfico en un puente parisino. Pero más allá de este eterno debate, su vida continúa deparando sorpresas para aquellos que, incansablemente, demandan más información sobre sus días felices, más allá de sus tristes años en Buckingham.
Es aquí donde entra en juego Jenni Rivett, quien fuese su entrenadora personal, que ahora ha roto su silencio, pues logró ganarse su confianza hasta convertirse en depositaria de sus secretos. Se le encargó tonificarla y poner su cuerpo a tono entre 1991 y 1997, viviendo sus convulsos años tras el divorcio del ahora rey Carlos III de Inglaterra. Además, a su regreso de París tenían apuntada en la agenda una cita, pero no puedo ser, pues perdió la vida y, con ello, ella también a una amiga. Ahora, a sus 65 años, ha querido confesarse con el mundo.
Jenni Rivett ha destacado lo cercana que era la princesa de Gales en las distancias cortas. Se ganó a pulso ser denominada la princesa del pueblo, la auténtica, pues representaba al pueblo mucho más que a la realeza. Pero a veces se pasaba de cercana y sus revelaciones escandalizaban a quienes la rodeaban, como así le sucedió a su entrenadora personal, que incluso recuerda cómo una vez tuvo que pararle los pies: “A veces me contaba cosas tan personales que yo le pedía que, ‘por favor, no digas nada más, porque si mañana sale en los periódicos pensarás que fui yo’”, rememora en conversación con ‘Daily Mail’.
La entrenadora sabía cuál era su papel y ocupaba su lugar sin traspasar fronteras. En ocasiones era difícil, pues la madre de los príncipes Guillermo y Harry no siempre se lo ponía fácil. Le pedía consejo y le contaba cosas muy personales, según destaca ahora Rivett: “Sabía cuál era mi lugar. Nunca saqué temas a colación, nunca me pasé de la raya. Creo que ella lo apreció”. Ahora, tras su desaparición, se siente más cómoda para hablar, como ya ha hecho en programas de televisión o entrevistas en profundidad, siempre con especial cariño.
Quizá por su discreción y por ser buena en eso de escuchar bien y hablar poco, Diana de Gales se sentía cómoda con ella ha se relajaba a la hora de hablar de según qué cosas privadas. Es por eso que sabe cómo pensaba y qué opinaría ahora de la guerra que mantienen sus vástagos: “Amaba a sus hijos, lo eran todo para ella. Habría quedado desbastada al ver lo que está pasando entre ellos hoy”.
Jenni Rivett terminó trabajando al servicio de Lady Di gracias a la mediación de su mayordomo, Paul Burrell. Él la llamó para ofrecerle tan preciado trabajo. Le dio mucho vértigo en un primer momento, pero no pudo pasar por alto una oferta laboral tan buena como esta. Además, conocía del compromiso de la princesa de Gales con la salud y el deporte, por lo que sabía que sería un éxito asegurado trabajar con una clienta como ella. Le propuso una rutina de tres horas semanales, para las que acudía al Chelsea Harbour Club para hacerla sudar la camiseta con ejercicios que combinaban cardio y fuerza. No solo se siente orgullosa de cómo logró que su cuerpo mejorase físicamente, sino de cómo consiguió también ganar confianza en sí misma.
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