Comunicado oficial
El estado crítico de la princesa Bajrakitiyabha sacude a Tailandia
La hija mayor del rey de Tailandia lleva casi tres años inconsciente y conectada a un respirador: el último parte médico apunta a un desenlace inminente
El silencio que desde hace meses rodea la salud de la princesa Bajrakitiyabha se ha roto con un nuevo comunicado oficial que apenas deja margen a la esperanza. La hija mayor del rey Maha Vajiralongkorn, ingresada en el Hospital Chulalongkorn de la Cruz Roja Tailandesa desde diciembre de 2022, permanece inconsciente, conectada a un respirador y dependiente de soporte renal y pulmonar. El último parte médico, difundido este mes de agosto, confirma que la situación es extremadamente delicada y que su pronóstico resulta prácticamente irreversible.
La princesa, de 45 años, sufrió un infarto mientras entrenaba a sus perros militares en Nakhon Ratchasima. El colapso, súbito y dramático, paralizó al país y abrió un ciclo de rumores que se prolongó durante semanas. Incluso llegaron a circular versiones que insinuaban un fallecimiento encubierto, alimentadas por la falta de transparencia de la corte real. No fue hasta que la Casa Real tailandesa comenzó a emitir comunicados periódicos que se supo con certeza que Bajrakitiyabha seguía con vida, aunque en estado crítico. Desde entonces, apenas cuatro notas oficiales han actualizado su evolución, siempre con un tono sombrío.
Irreversible
El más reciente de estos informes revela que, además de la inconsciencia prolongada y la ventilación mecánica, los médicos detectaron el pasado 9 de agosto una grave infección sanguínea que obligó a cuidados intensivos, antibióticos y sesiones de diálisis. El texto subraya que el equipo médico continúa monitorizando su estado "de manera continua y minuciosa", aunque el trasfondo es claro: la recuperación parece imposible.
La situación no solo conmueve en lo personal, también resuena en lo institucional. Bajrakitiyabha, nacida en 1978 del matrimonio entre el entonces príncipe heredero Vajiralongkorn y la princesa Soamsawali, había cultivado una sólida carrera diplomática y representado a Tailandia en misiones internacionales desde tiempos del rey Bhumibol, su abuelo. Su perfil, moderno y cercano a la ciudadanía, la situaba como una de las posibles herederas al trono.
Ese horizonte ahora se tambalea. Desde que Maha Vajiralongkorn fue coronado en 2016, la monarquía tailandesa atraviesa turbulencias: cuatro matrimonios, hijos relegados de la línea dinástica y una imagen pública marcada por la controversia. De sus siete descendientes, solo tres mantienen estatus activo en la sucesión: la propia Bajrakitiyabha, la princesa Sirivannavari y el príncipe Dipangkorn. Con la primogénita en estado irreversible, las tensiones sucesorias se acentúan.
Para la población tailandesa, profundamente devota de la monarquía, la prolongada agonía de la princesa es un dolor colectivo. Querida por su carácter accesible y su papel como embajadora internacional, Bajrakitiyabha se ha transformado en símbolo de una incertidumbre que trasciende lo personal: la de una dinastía que se enfrenta a un futuro más frágil que nunca.