Vida
EXCLUSIVA I El cuatrimestre de Amalia de Holanda en Madrid: todos los detalles
LA RAZÓN detalla en exclusiva el cuatrimestre que ha cursado en la capital: amigos, ocio y algún secreto inconfesable. La princesa que ha encontrado en Madrid una nueva alegría de vivir
«Hace poco más de un año, se nos encogía el corazón imaginando a la princesa Amalia encerrada en su jaula dorada. La heredera al trono de los Países Bajos tuvo que regresar al Palacio Huis ten Bosch en La Haya poco después de haber iniciado su vida independiente en la Universidad de Ámsterdam debido a las amenazas de secuestro por parte de la mafia. Hoy sabemos que la princesa ha recuperado la normalidad y que su renovada alegría esconde un secreto: la vida a la madrileña.
La información que ha recogido en exclusiva LA RAZÓN confirma que hoy la vida de la princesa ha dado un giro copernicano desde aquel día en que sus padres, los reyes Guillermo y Máxima, hablaron destrozados de las «difíciles consecuencias» que tendrían las amenazas para su hija. «No puede salir. Es muy difícil para ella. No tiene una vida estudiantil como la que tienen otros jóvenes», se lamentaba el rey. «No es agradable ver así a tu hija», añadía Máxima
Son estas razones las que han motivado que LA RAZÓN haya guardado con celo los detalles sobre la estancia de Amalia en Madrid. La heredera al trono neerlandés, que estudia Relaciones Internacionales en su país, ha disfrutado el primer cuatrimestre del curso en la capital, en el Instituto de Empresa (IE). Una vez que los rumores mediáticos empezaban a amenazar la tranquilidad que ella ansía en esta etapa, la princesa ha decidido tomar el avión de vuelta.
Le encanta España y no le habría importado quedarse más tiempo. Durante estos meses ha vivido enfrente de El Retiro, lo que le ha permitido salir a correr acompañada de dos escoltas, los mismos con los que llegaba cada día hasta el edificio del IE. Una vez en el ascensor, la princesa llegaba a su clase como una alumna más. Otros dos escoltas armados esperaban cada día en el parking en el interior de una furgoneta blindada. Este equipo de seguridad, entre los que se encontraba una mujer, eran españoles.
Quienes han seguido de cerca su vida madrileña han podido apreciar que Amalia es muy disfrutona y ha conocido bien la noche. Uno de sus lugares favoritos es la discoteca Liberty, en la calle Juan Bravo, donde pagaba un reservado en la zona VIP. Siempre, eso sí, bajo la mirada de escoltas, que se repartían por diferentes esquinas de la discoteca. Pasaban desapercibidos y, en todo caso, se confundían con la seguridad del local. Ella también trataba de pasar desapercibida en su día a día. Sin joyas, vestida como cualquier joven de su edad y siempre sonriente. Deja en España un buen puñado de amigos, algunos de los cuales ha conocido en fiestas privadas, salidas al campo y alguna puesta de largo sevillana. LA RAZÓN ha confirmado también que Amalia ha levantado alguna que otra pasión, aunque de nuevo la prudencia se impone a las ganas de gritar a los cuatro vientos que un joven español podría emparentar con la familia real holandesa.
En sus lozanas ganas de vivir, Amalia encuentra en su madre a su mejor maestra. La reina contagia alegría allá donde va. Accedió al trono en 2001 y desde entonces es la royal más sonriente, la más querida y la más afable en sus actos públicos. Con casi un millón de seguidores en la cuenta oficial de Instagram de la Casa Real de los Países Bajos, podría también coronarse como la reina más buscada en internet.
Máxima, presa del embrujo español
También la reina Máxima está enamorada de España, donde se permite achicar el peso de la severa corte neerlandesa. Su simpatía llamó la atención recientemente en las pistas de esquí del Valle de Arán, acompañada por su amiga del alma, la socialité argentina Valeria Delger, y algunas madres de las compañeras de su hija en el Instituto de Empresa. Pocos días después, se dejó ver en el carísimo y distinguido restaurante madrileño Horcher, donde cenó junto a su amiga del alma Elena Cué, con la que comparte atractivo, pasión por el lujo discreto y amor por los desfavorecidos.
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