Aniversario

El giro de cuello que necesita Harry en su 40º cumpleaños

El príncipe estrena la década de la madurez sin un propósito firme y con un nuevo tropiezo frente a la Familia Real

Prince HARRY, Duke of Sussex, arrives at St Paul's Cathedral ahead of 10th Anniversary Service for Invictus Games
Prince HARRY, Duke of Sussex, arrives at St Paul's Cathedral ahead of 10th Anniversary Service for Invictus GamesTayfun Salci EP

A punto de los 40 (mañana es su cumpleaños) y a un paso de iniciar eso que se conoce como pitopausia o crisis de la mediana edad, el príncipe Harry no da más señal de maduración que una alopecia androgénica que empezó siguiendo el patrón Windsor y se quedó en incipiente. Ni sienes plateadas ni arrugas ni barriga. También su cuello se ha quedado congelado mirando a esa Troya que dejó ardiendo.

Esta postura de cuello girado al pasado le resulta confortable, aunque le duela y aunque cada palabra echada sobre la hoguera le vuelva con púas de hierro. En la queja justifica su desaliño vital y sus continuos desaires a la monarquía británica. El último, el anuncio de «Polo», la docuserie sobre el deporte favorito del príncipe que estrenará Netflix en diciembre, pocas horas después del vídeo de recuperación del cáncer de Kate Middleton. No es la primera vez que los duques de Sussex intentan eclipsar desde Montecito a la Familia Real. En febrero, en las horas más bajas de la Casa Real británica a causa del estado de salud del rey Carlos y la princesa de Gales, presentaron su nueva web utilizando, por cierto, sus títulos reales, a pesar de que en enero de 2020 ambos decidieron dejar de formar parte de la Firma.

A sus 40 años, este «veterano militar, defensor de la salud mental» –así se presenta en su plataforma– se mueve como estrella errante. Desde el Reino Unido, los cronistas se preguntan si lo suyo es torpeza, exceso de rencor o un narcisismo bien curtido al socaire de su esposa Meghan. Quienes le conocieron desconfían de sus nuevas amistades californianas y sospechan que, una vez que descarriló de la ruta marcada desde la cuna, su nueva condición de «celebrity» consorte no le aporta mucha felicidad.

El príncipe Harry con las medallas de la polémica
El príncipe Harry con las medallas de la polémicaMilitary Times

En estos últimos años, Harry se ha librado de todo aquello que le oprimía sin necesidad de renunciar a sus títulos, ha formado su anhelada familia, tiene libertad para moverse y moldea su vida a su antojo. Según pronostican los manuales de Psicología, este cambio de década supone un momento emocionalmente complicado para el hombre, un paso obligado a la madurez en el que puede sobrevenir un sentimiento de frustración por no haber cumplido con las expectativas. En el caso del príncipe, el mejor anticipo es eso que su círculo de amigos llama «operación recuperar a Harry del frío», un rescate a la desesperada que empezaría casi veladamente. Por un motivo u otro, cualquier intento de reparar su imagen pública, repensar sus valores o acercarse al padre queda siempre empañado. Su cumpleaños avivará el debate de si habrá reconciliación entre los hermanos y perdón de Carlos III. Su residencia en Montecito es un impedimento obvio para recuperar sus deberes. Tampoco ayuda su lucha contra el gobierno británico exigiendo que vele por su seguridad en el Reino Unido o sus demandas contra los tabloides. La situación es triste y podría estar tomando aire para escribir su próximo capítulo. ¿Le queda algo más en el pecho por sacar? Una buena mano debería descontracturar ese nudo que le hace mirar al pasado como un lastre.