Entrevista

Hablamos con el pintor del primer cuadro conjunto de los Reyes Felipe VI y Letizia: "Casa Real ha visto mis historias de Instagram"

Alberto Rubio es el artista sevillano que firma este retrato de Sus Majestades, en el que aparecen con sus trajes de gala

Retrato de los Reyes Felipe VI y Letizia, de Alberto Rubio
Retrato de los Reyes Felipe VI y Letizia, de Alberto RubioCedida

El pintor sevillano Alberto Rubio presentó ayer la primera obra pictórica conocida en la que los Reyes Felipe VI y Letizia aparecen juntos, una estampa inédita hasta ahora, pues las imágenes más representativas de la pareja real habían quedado circunscritas a fotografías oficiales o a lienzos en los que figuraban por separado. La ambición del artista consistía en conferir a sus retratados la dignidad propia de los monarcas de antaño, «recuperar todos esos elementos iconográficos que ponen de manifiesto la pomposidad y la importancia de la monarquía», explica Rubio a LA RAZÓN. No en vano, su trayectoria inicial se fraguó en la tradición sacra de Sevilla, al servicio de los carteles de Semana Santa: «La representación de Cristos y vírgenes siempre está muy vinculada a esa pomposidad iconográfica que luego se ha venido representando desde el siglo XVI también en los monarcas».

Desde ese trasfondo, el pintor eligió representar a los Reyes con sus galas más solemnes, inspirado en las fotografías oficiales tomadas en 2019 por Estela de Castro. Sin embargo, la pintura de Rubio se distingue de estas instantáneas en detalles sustanciales que la dotan de singularidad. «En las fotos, la Reina no aparece de frente, sino con un leve giro, las manos las tiene arqueadas y se están tocando entre ellas, pero en mi cuadro aparece de frente y con los brazos rectos. Es una imagen de solemnidad, porque cuanto más rígida parezca una persona, como puede ser El Cristo Pantocrátor desde el siglo XII, más le otorga un cierto sentido de importancia. También cambié su vestido. Le he puesto el de la última visita de Estado a los Países Bajos, porque quería hacer un cuadro de una imagen que no existiese, para que no se pudiese comparar», precisa el creador.

El pintor Alberto Rubio
El pintor Alberto RubioCedida

La ejecución del lienzo se prolongó cerca de un año, tiempo que se refleja en la minuciosidad de la factura: desde el destello húmedo de los ojos regios hasta la anatomía delicadísima de las manos de doña Letizia, quizá el pasaje más arduo de culminar. «Me basé en las fotos oficiales en las que se aprecia el reflejo rosa del vestido en sus manos, pero yo no podía dar esos toques rosa porque el vestido en mi cuadro es azul. Eso cambia completamente la visión de la mano y la imagen de referencia dejó de servirme. Tuve que imaginar mi propia interpretación de cómo eran sus manos».

Las manos de la Reina Letizia
Las manos de la Reina LetiziaCedida

El destino final de la obra aún no se ha esclarecido. Rubio ya ha comunicado oficialmente a la Casa Real la conclusión del trabajo, si bien la institución seguía con atención su progreso en redes sociales, donde el pintor compartió fragmentos del proceso creativo: «La cuenta oficial de Instagram de Casa Real ha visto mis ‘‘stories’’». La relación epistolar con la Corona no le resulta extraña, pues desde hace años remite felicitaciones navideñas elaboradas por él mismo, «y siempre tienen la deferencia de contestarme». La aspiración del artista sería que Patrimonio Nacional se interesara por la pintura, de modo que pudiera inscribirse en la memoria histórica como uno de los autores que retrató a los Reyes de España.

La mirada de la Reina Letizia
La mirada de la Reina LetiziaCedida

Doña Letizia te sigue con la mirada

►En la obra, el Rey mira detrás del espectador, mientras que la Reina le dirige el foco directamente a quien la observa. Un efecto de perspectiva que no fue sencillo de lograr: «La mirada es lo primero que hice, así que todos estos meses, mientras iba viendo la obra, iban surgiendo pequeñas pequeñas cosas con las que no estaba del todo satisfecho. Me quedaba mirando el ojo de la Reina y pensaba que si no lo retocaba me iba a arrepentir, así que lo cambié. Hice prácticamente el mismo ojo, pero un par de milímetros más abajo, para que pareciese que la Reina estuviese mirando a quien mira el cuadro».