
Polémica
Meghan Markle y la foto que reabre las heridas del túnel parisino en el que murió Lady Di
La duquesa de Sussex desata una ola de críticas tras publicar una imagen aparentemente frívola cerca del lugar donde murió la princesa Diana

Han pasado más de veinticinco años desde aquella madrugada del 31 de agosto de 1997 en la que el mundo entero se detuvo. En el túnel del Pont de l’Alma, bajo los destellos frenéticos de los flashes, se apagaba la vida de Diana de Gales, la princesa que se convirtió en mito. Desde entonces, aquel oscuro paso subterráneo del Sena quedó marcado por la tragedia, convertido en símbolo y en santuario improvisado para los millones de personas que aún veneran su memoria.
Por eso, cuando Meghan Markle decidió compartir en su cuenta de Instagram una imagen aparentemente inocente -sus pies descansando en el asiento de una limusina, justo antes de entrar en el mismo túnel-, la respuesta no se hizo esperar. Lo que para algunos parecía una instantánea más de un viaje de lujo, para muchos otros resultó una muestra de insensibilidad imperdonable.
Torbellino de críticas
La duquesa de Sussex se encontraba en París, adonde había viajado en solitario para asistir por sorpresa a la Semana de la Moda. Vestida con un impecable conjunto blanco y una capa que recordaba inevitablemente a los estilismos más icónicos de su suegra, Meghan acaparó todos los focos en el desfile de Pierpaolo Piccioli, eclipsando incluso a figuras habituales del front row como Anna Wintour, Anne Hathaway o Rosie Huntington-Whiteley. Una aparición calculada al milímetro, elegante y mediática. Pero lo que parecía un golpe maestro de estilo terminó convirtiéndose en un torbellino de críticas.
En el vídeo resumen de su estancia parisina, Markle incluyó una sucesión de escenas: la vista desde la ventanilla del avión, su paseo por los Campos Elíseos, una visita fugaz al Arco de Triunfo… y, de pronto, esa imagen. El coche avanzando hacia el Pont de l’Alma. Los pies cruzados sobre el asiento. Un gesto casual que reabrió, sin querer o sin medir, una de las heridas más profundas de la monarquía británica.
"Es incomprensible. Ningún asesor habría aprobado algo así", señalaba el experto real Richard Fitzwilliams al Daily Mail. Mientras que el New York Post titulaba con dureza: "Meghan Markle pone los pies en alto en un vídeo insensible cerca del lugar del accidente de la princesa Diana".
Desde California, el príncipe Harry no se ha pronunciado. Pero el eco del episodio resuena con fuerza en el imaginario colectivo británico, donde la figura de su madre sigue siendo intocable. Diana, la princesa del pueblo, la que rompió moldes y conquistó corazones, se ha convertido en una sombra inevitable para toda la familia Windsor, y especialmente para quien, por elección y por destino, comparte con ella más que un apellido.
En la era de la imagen, donde cada publicación se mide al milímetro, un solo gesto puede tener la potencia de un titular. Meghan Markle lo ha vuelto a comprobar: en París, la ciudad donde se apagó la luz de Lady Di, la suya brilló con fuerza… pero no precisamente por las razones que ella hubiera deseado.
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