Maniobras
Meghan Markle, la reina de la estrategia
Los movimientos de la duquesa dejan sin aliento a quienes siguen de cerca sus ambiciones. ¿A qué está jugando?
En el tablero del ajedrez, Meghan Markle es la dama. La pieza más poderosa. Se mueve delicada e ilimitadamente en todas las direcciones. Hacia delante, hacia atrás, en diagonal…. Ataca o se defiende con la seguridad de saberse ganadora. A su rey, el príncipe Harry, le lleva en volandas. Le toma la mano y saltan juntos de cuadrado en cuadrado riendo a carcajadas, como vimos hace unos días en las laderas nevadas de Whistler, durante la presentación de la próxima edición de los Juegos Invictus. Aparentemente felices, deliciosamente enamorados. ¿Alguien habló de crisis?
La duquesa de Sussex juega al despiste y esa es ahora su principal táctica para resarcirse de un 2023 desastroso. Si se menciona el regreso de «Suits», con un spin-off, todo se vuelven rumores hasta que, casi por obvio, se descarta que ni retomará su papel de Rachel ni participará a través de la productora Archewell. Tampoco Archewell es tal, sino Oficina de Sussex, una nueva plataforma con el escudo de armas y el azul de la realeza. En una especie de ventanilla única englobará a todo lo que concierne a esta singular pareja, incluidos sus negocios. Y eso a pesar de la insistencia de Isabel II, que, antes de morir, les rogó que no utilizasen a la familia real británica con fines comerciales. Hacen caso omiso, igual que a la petición del rey Carlos, que suplicó a sus hijos que no le amargasen los últimos años de su vida.
Después de tanto agravio contra La Firma, Meghan lleva su obstinación por el apellido Sussex hasta las últimas consecuencias. Lo ha reclamado incluso como apellido oficial para sus hijos, Archie y Lilibet, hasta ahora Mountbatten-Windsor. Son príncipes y realmente siguen la tradición, puesto que Harry fue siempre «De Gales». Lo que resulta irritante para los cronistas más cercanos al Palacio de Kensington es el uso caprichoso del ducado de Sussex. Aún se preguntan a qué renunciaron exactamente Meghan y Harry al dejar su título de Su Alteza Real y apartarse de sus funciones en la Corona. Salvo circunstancias excepcionales, Isabel II no admitió en su día una membresía a tiempo parcial. Tampoco el rey Carlos ve que exista ya un lugar para el matrimonio en su agenda real, ni siquiera ahora que su salud podría requerir cubrir alguna vacante.
¿Cómo se entienden sus últimas maniobras? ¿Acercamiento o asalto al poder? Los movimientos de Meghan dejan sin aliento a quienes, pobres peones, siguen sus ambiciones. Influyente, activista, actriz, duquesa o aspirante a senadora por California. No se priva de nada. Pero el juego acaba si queda el rey en jaque. Una mala táctica puede hacerle perder la partida y no olvidemos que al otro lado del tablero siempre hay otra reina.
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