La Reina Letizia, "enfadada" por las fotos en bikini de la princesa Leonor

Las imágenes de la princesa Leonor en bikini en una playa de Uruguay traían cola desde hacía semanas. Finalmente han terminado viendo la luz en la revista “Diez Minutos”, que habría pagado cerca de 80.000 euros por ellas, una cifra muy por debajo al montante inicial que pedían los paparazzi.

Las fotografías no hacen más que mostrar a una joven de 19 años disfrutando de su tiempo libre en compañía de amigos que ha conocido durante su travesía y formación militar en el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, pero alcanzan una relevancia mucho mayor cuando se trata de la futura reina de España.

No en vano, el asunto ha copado el interés de todos los medios de comunicación del país, incluidos los programas informativos, que siempre dejan al margen de su escaleta los temas más baladíes. En Telecinco incluso han explicado cómo se sienten los padres de la princesa Leonor, los Reyes Felipe VI y Letizia, tras la publicación de las fotografías.

La Reina Letizia, enfadada

En una pieza firmada por Teresa Fernández Cuesta, desde “Informativos Telecinco” se asegura que el Rey Felipe VI está “preocupado y dolido” porque la publicación de estas fotografías “ensombrece” el increíble trabajo que la princesa Leonor está llevando a cabo en su formación castrense. “Casa Real era conocedora desde el momento de su existencia, aunque no sabían el momento de su publicación”, añaden.

Por su parte, el sentimiento que ha invadido a la Reina Letizia ha sido el de “enfado”, el más natural en una madre que quiere proteger a su hija de las garras de la opinión pública. Le molesta “el acoso constante que recibe la princesa, y es que desde que embarcó en el Juan Sebastián de Elcano, el pasado 11 de enero, en cada escala internacional ha sido noticia por causas ajenas a su actividad”.

La exigencia del paparazzi que fotografió a la princesa Leonor

Más allá del elevado precio que puso a las imágenes de la princesa Leonor en bikini, desde “Espejo público” han explicado que el fotógrafo puso otra exigencia por contrato a la hora de venderlas.

Con el fin de evitar que las imágenes acabaran en un cajón y su trabajo nunca fuera reconocido, para el fotógrafo tenía que ser obligatorio que vieran la luz. Esta era una práctica habitual y muchas veces eran los propios protagonistas de las instantáneas los que las compraban para evitar que acabaran publicadas, y aunque todavía quedan algunos famosos que entran en el juego, cada vez son menos. En este caso, para el paparazzi no era una opción que sus tomas acabaran retiradas. Quería compartirlas -a cambio de 60.000 euros, eso sí- con todo el mundo.