Recorte de gastos
Royal Lodge, campo de batalla entre Carlos III y el príncipe Andrés
El hijo de Isabel II cree que si abandona su mansión, donde vive con su exesposa, Sarah Ferguson, no le dejarán volver
Fue durante décadas la residencia de la reina madre y ha pertenecido a la familia real británica desde hace varias generaciones. Royal Lodge es ahora el principal escollo en la relación entre el caído en desgracia Andrés de Inglaterra y su hermano, el rey Carlos III. Es sabido que desde que saliera a la luz la amistad del duque de York con el pedófilo Jeffrey Epstein, la relación con los Windsor se ha mantenido en entredicho. No solo se le despojó de sus títulos y fue despojado de sus funciones, sino que además se mantiene en la sombra, intentando pasar inadvertido. Sin embargo, el nuevo soberano, en su empeño de ahorrar gastos a la corona, ha pedido en repetidas ocasiones a su hermano que abandone la residencia que comparte con su ex esposa, Sarah Ferguson, argumentando la necesidad de reformas de la mansión, además de para convertirse en residencia de los príncipes de Gales, William y Kate Middleton.
Royal Lodge es una propiedad situada en Windsor Great Park, un parque de casi 2.000 hectáreas ubicado en el sur de la ciudad de Windsor, valorada en 35 millones de euros y que dispone de treinta habitaciones. El principal miedo del que siempre se ha calificado como «hijo favorito» de Isabel II es no poder volver allí, donde ha vivido durante dos décadas, si decide salir por la puerta. El padre de Eugenia y Beatriz de York tiene firmado un contrato de arrendamiento a largo plazo de la propiedad.
Por su parte, Carlos III pretende que Andrés se mude a Frogmore Cottage, la polémica vivienda que la difunta reina regaló por su boda a Harry de Inglaterra y Meghan Markle. Una vivienda que sigue siendo propiedad de los duques de Sussex y que, de hecho, alojó al menor de los hijos de Carlos III y Diana de Gales, tras su paso la semana pasadapor Londres, donde acudió al juicio que le enfrenta al grupo editorial «The Mirror».
Según ha revelado a «Daily Mail una fuente cercana al príncipe Andrés, éste «tiene reparaciones en el tejado programadas para finales de este verano que tardarán varios meses en completarse y se le ha aconsejado que permanecer en la casa durante esas renovaciones podría resultar problemático».
Desahucio permanente
Pero Andrés se niega a dar su brazo a torcer temiendo que el abandono temporal de Royal Lodge se convierta finalmente en un desahucio permanente. La misma fuente asegura que la situación es «surrealista».
La realidad es que el mantenimiento de la mansión se estaba volviendo insostenible teniendo en cuenta los deseos de Carlos III de recortar presupuestos reales. De hecho, la asignación de su hermano se ha visto también mermada este año, lo que supone también un escollo para Andrés. El mes pasado se publicó que el soberano podría verse obligado a cortar el agua y el gas a la vivienda si su hermano se sigue negando a abandonarla.
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