El renacer de Stella del Carmen Banderas

Este verano Antonio Banderas adelantó la noticia de la nueva vida de su hija Stella del Carmen. Como siempre lo hizo sin exclusiva de por medio y ante todos los periodistas que cubrían la gala solidaria de la fundación Starlite que se celebró en agosto pasado en Marbella. Con un punto de emoción, contaba que su hija, a la que solo llama por el primer nombre, iba a vivir en Málaga. Más aún, que iba a trabajar mano a mano con él en la productora. «He pasado un año y medio sin verla y vendrá en unos días para quedarse. A partir de ahora va a participar en los proyectos que organicemos desde el teatro del Soho». Y añadía: «Es una chica que tiene personalidad y criterio propio más allá del artístico. Estoy feliz de que venga a vivir conmigo. La echaba mucho de menos».

Efectivamente, Stella vive en Málaga y comparte el ático de su padre que alterna con el chalet de Marbella donde pasaba sus veranos y parte de la Semana Santa. Es segunda ayudante del musical «Company» que se estrenó en noviembre pasado. Una comedia musical ambientada en Nueva York, la ciudad que tan bien conoce la joven de 25 años. Ha vivido la mayor parte de su vida en Los Ángeles, hasta que acabó la secundaria y se matriculó en la Universidad de Nueva York, donde estudió Arte y Literatura. Estas materias las compaginaba con varios cursos de Arte Dramático, talleres de lectura y Estudios Narrativos.

Cuando se divorciaron Antonio y Melanie Grifith no hubo dramas familiares ni resentimientos, como ha explicado en muchas ocasiones Banderas y así lo entendieron todos. Para el actor, los hijos de Melanie, Dakota y Alexander también los considera suyos. Se refiere a ellos como los hermanos de Stella y «mis hijos».

El matrimonio esperó a que la niña se hiciera mayor y volara sola. Solía viajar a España con con sus amigos de la universidad a los que les hizo entusiasmarse por la Costa del Sol o Ibiza. Stella es una mezcla de costumbres. Contaba que durante la pandemia, como se aburría, comenzó a cocinar como tantos ciudadanos cuando el mundo se cerró. En su casa de Los Ángeles siempre hubo cocinera española y, por lo tanto, la tortilla de patatas, la paella y otros guisos nacionales formaron parte de su menú habitual. Ella misma lo contaba en los directos que hacía en ese tiempo de confinamiento.

Los que la han tratado en Málaga desde que se instaló para trabajar con su padre aseguran que nada tiene que ver con la típica niña mimada estadounidense hija de potentados del mundo del cine o del «showbussines». «Sabe lo que valen las cosas y ha estado educada en el esfuerzo. Es muy educada, muy tímida y muy responsable. Tanto que a primera vista a veces llama la atención esa seriedad». Para que nadie pueda señalarla por ser hija del jefe Banderas trabaja más que el resto y se ofrece cuando hay que hacer cosas fuera de horario. «Es una chica encantadora y muy inteligente. Ha heredado la sencillez del padre y el encanto de la madre».

Grandes firmas de lujo

Hasta hace poco Stella del Carmen ha tenido poca visibilidad mediática y sus apariciones públicas solían ser acompañando a sus padres. Una de sus primeras apariciones en solitario fue para presentar hace dos años un perfume en el que había participado. Ahora la hemos visto en París como invitada para el desfile de la Casa Dior, en el marco de la Semana de la Moda francesa. Una firma que formaba parte del armario de su abuela, la gran Tippi Hedren, y también de Melanie Grifith. Stella contaba que le gusta vestirse con esos modelos de Alta Costura que ya utilizaron en su día las actrices de la familia. A sus 25 años, la hija de Antonio Banderas tiene un perfil perfecto para las grandes firmas de lujo. Por ahora prefiere trabajar como ayudante de Dirección del Teatro Soho que dedicarse al mundo «influencer». Pero su imagen, esta semana, puede que cambie las cosas.