Poder
Así es Peter Thiel el hombre que provocó la caída de Silicon Bank
Desgranamos la vida y el modus operandi del magnate de los negocios que mueve sigilosamente los hilos de la economía mundial. Amigo de Elon Musk y dicen que más brillante que Steve Jobs. Grábense su nombre.
Un leve carraspeo de Peter Thiel tiene el efecto de ese aleteo de mariposa capaz de desatar una tempestad a miles de kilómetros o generar el caos en nuestra red neuronal. Desde hace un tiempo, en Silicon Valley le veían moverse como el tiburón que huele a sangre y lo que pareció un simple bamboleo derivó en colapso cuando el 9 de marzo aconsejó a las empresas de su propio capital de riesgo, Founders Fund, la retirada del dinero del banco SVB, la entidad que atiende a la industria tecnológica.
Aunque el análisis económico es complejo, cualquier observación pone en la diana a este hombre de origen alemán de 55 años que, a pesar de provocar el pánico en las bolsas de todo el mundo, no puede evitar tartamudear en las distancias cortas. Su cerebro es brillante. Como el de Steve Jobs, pero sin la estupidez que llevó a este a una muerte prematura al pensar que, ignorando su cáncer de páncreas, lo eliminaría con zumos y alguna sesión espiritista.
Thiel, por si acaso, ya se ha asegurado el pase a la inmortalidad inscribiéndose en el proyecto de criogenización de Alcor Life Extension Foundation. Sueña con encontrar la cura para la muerte y, según la web de esta empresa, en 2006 apoyó con tres millones y medio de dólares la investigación sobre envejecimiento del polémico gurú Aubrey de Grey. Su dieta es paleolítica y hay quien dice que se transfunde sangre de donantes jóvenes para revertir el impacto de la edad. Esto último él lo desmiente.
Tiene una vista de lince. Como su amigo Elon Musk, pero de nuevo le aventaja, igual que a Jobs. Mientras que Musk es apasionado, colérico y estrafalario, Thiel es un témpano. Sabe que ninguna guerra se gana con sentimientos y, si alguien le molesta, sirve la venganza en plato frío. Sus adversarios tiemblan al recordar cómo cayó Gawker Media, la red de blogs que durante 14 años aireó intimidades de las celebridades con tono burlón. En 2007, Valleywag, uno de los blogs, anunció: «Peter Thiel es totalmente gay, amigos». El empresario calló. Cinco años después, Gawker difundió un vídeo del Hulk Hogan practicando sexo con la esposa de un amigo. Entonces Thiel salió al quite y financió en la sombra el juicio de Hogan contra el medio, que fue condenado en 2016 a pagar 124 millones de euros por un delito de violación de la intimidad. Ese año Gawker se declaró en bancarrota. ¿Venganza? «Disuasión -declaró Thiel-. Gawker arruina la vida sin motivo».
Atacado por gays liberales
No esconde su homosexualidad. Simplemente, ha escogido llevar su vida personal con discreción. Se siente más atacado por los gays liberales que por los cristianos conservadores. Se casó en 2017, en Viena, con su novio de siempre, el inversor Matt Danzeisen. Fue una ceremonia privada a la que los invitados asistieron creyendo que se trataba de una fiesta por su 50 cumpleaños. En noviembre, la pareja celebró Halloween en el castillo de Drácula, en Transilvania, en un evento con otros multimillonarios que provocó la ira de activistas de Greenpeace. En las imágenes que estos difundieron se pudo distinguir al matrimonio entre los asistentes que llegaban en helicópteros y limusinas.
Su sexualidad sí fue motivo de frustración durante la adolescencia. Max Chafkin, autor de «The contrarian», una biografía no autorizada, describe una infancia en la Bahía de San Francisco marcada por el acoso escolar y una apariencia blandengue que le hacía presa fácil para los bravucones. Su mayor fastidio era que subestimasen su inteligencia. Hijo de inmigrantes evangélicos, la familia llegó desde Alemania cuando él tenía diez años. Con 12 era ya el séptimo mejor jugador de ajedrez de Estados Unidos en su categoría de edad.
Concibe la empresa como «una conspiración para cambiar el mundo» y, siguiendo este credo, fundó PayPal e invirtió en Facebook, Uber, Airbnb, SpaceX o Spotify.En2002, PayPal fue adquirida por eBay por 1.500 millones de dólares y con el valor de su participación, unos 55 millones, creó su propio fondo de inversión. Dos años después sumaba ya 270 millones. Otra de sus empresas, Palantir Technologies, es hoy una de las más enigmáticas de Silicon Valley. Está valorada en 20.000 millones de dólares y se dedica a la obtención y gestión de datos para luchar contra el terrorismo y el fraude, aunque podría servir a intereses más espurios, como el almacenamiento de datos de inmigrantes indocumentados.
De pequeño no le dejaron ver televisión y se dedicó a leer. De ahí viene su gusto por bautizar sus negocios con nombres que recoge de sus lecturas, como Palantir, la bola mágica de Saruman, de «El Señor de los Anillos».
Conservador, anarcocapitalista, libertario y antisistema, es uno de los mayores valedores de Donald Trump, a quien apoyó en 2016, recién elegido presidente. Tienen una relación personal y comparte con él sus políticas migratorias y la antiglobalización, pero la ideología de Thiel trasciende al expresidente y, según su biógrafo, puede considerarse uno de los ideólogos más influyentes de la extrema derecha. Financia a algunos políticos a cambio de marcar su agenda, sobre todo en cuanto al futuro tecnológico. De lo que nadie duda es que dispone de los millones suficientes para derrotar el sistema desde dentro y acabar con el intervencionismo de los gobiernos.
Ideas extravagantes
Los que le conocen dicen que es exquisito en las formas y se mueve con la proverbial aureola de los gigantes tecnológicos. Va convirtiendo su desencanto en utopía y se revuelve contra la gerontocracia financiera, liderando un movimiento entusiasta para la juventud a quien arrulla con la promesa de hacerse ricos siguiendo sus consejos. Hace unos meses anunció, durante una conferencia en Miami, el fin de la dictadura del dinero y la bancarrota de los bancos tradicionales lanzando un fajo de billetes de 100 dólares. «No es bueno ni como papel higiénico», advirtió. Invierte en startups con ideas extravagantes, como la creación de pequeñas ciudades flotantes en el mar que le hacen soñar con islas libertarias fuera del alcance de cualquier estado y de sus normas.
Tiene la cualidad de mover el mundo con inusitada astucia, como si fuese su tablero de ajedrez, su juego preferido. Aunque hasta ahora era un personaje poco conocido, su ideología domina Silicon Valley y los expertos auguran que su eco resonará aún más fuerte. Según su biógrafo, uno de sus colegas de universidad de Standford ahora se lamenta:“¡Dios! Fuimos tan idiotas con él».
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