Preocupación por la estrella del pop

Britney Spears, ¿demasiado frágil o tóxica?

Sus últimos vídeos caseros y su deteriorado estado causan preocupación. ¿Es la artista víctima de sí mismo o prepara el terreno para la publicación, en octubre, de sus memorias?

Britney Spears
Britney SpearsAgencia AP

La estrella del pop se ha acostumbrado a caminar sobre el alambrey hay que reconocer que no lo hace nada mal. Es su público quien siempre presagia lo peor al verla como funambulista sin red y con los redobles de tambor acompañando la marcha. «Es peligroso, me estoy cayendo…», cantaba hace veinte años en uno sus éxitos, «Toxic», como si fuese una triste profecía. Lo cierto es que Britney Spears sobrevive a sí misma, que no es poco. Por sus vídeos, cabría pensar que duerme con el diablo y se levanta con un ángel custodio. Pero a los ángeles se les agota la paciencia y se va quedando sola. El último en marcharse ha sido su marido Sam Asghari, después de un año de matrimonio. Los trámites de divorcio se iniciaron a finales de julio, después de una discusión en la que él la acusó de infidelidad y de comportamiento violento.

Sam Asghari y Britney Spears
Sam Asghari y Britney SpearsRedes Sociales

Britney lo ha festejado con una extraña fiesta de divorcio con sus «chicos favoritos», posado semidesnuda y vídeos a altas horas de la madrugada, volviendo a desatar rumores sobre su frágil salud mental. Una vez más, cuanto más vulnerable aparece, mayor es el interés del público en adivinar cuánto tardará en desplomarse.

A sus 41 años, sobrecoge su necesidad de mostrarse fuertemente sexualizada con bailes frenéticos y descompasados en diminutos bikinis y con los mechones sobre la cara. Bailar es su válvula de escape, pero de los 90 hasta ahora sus coreografías han derivado en extraños movimientos con una sobrecarga erótica. Dice que lo hace para desentumecer sus manos, pero lo que necesita es desadormecerse ella misma y quererse sin necesitar la mirada de la gente.

¿Sirvió de algo la tutela médica y financiera de su padre, James Spears? ¿Es una alocada o una mujer con talento víctima de la industria discográfica? En las redes sociales, las opiniones están divididas. La imagen que transmite es de absoluta vulnerabilidad. En su cuenta de Instagram ha comunicado su separación con un texto en el que expresa esa necesidad de mostrar su emociones y lágrimas. «Por alguna razón, siempre he tenido que esconder mis debilidades», escribe. Y lo que pide a continuación es amor incondicional. ¿Pero es fácil amar a Britney? De acuerdo con las declaraciones que ha hecho estos días el entorno de Sam Asghari a TMZ, él es quien ha soportado un infierno.

Hablan de frecuentes discusiones, golpes repentinos, mordiscos y una inquietante atracción por los cuchillos. La revista ha publicado imágenes en las que se ve al entrenador con un ojo morado y una marca de mordedura en el antebrazo. Sus repentinos ataques le descolocaban y empezaron a ser motivo de intranquilidad. Esto es lo que habría desembocado en ruptura. La versión favorable a la cantante pone el foco en el acuerdo prenupcial que protege la fortuna de Britney y que Sam habría querido renegociar bajo amenaza de divulgar información «extraordinariamente vergonzosa» sobre ella. Él lo ha desmentido. Britney pide un voto de confianza y promete que es capaz de conducir, de cuidar a sus tres perros e incluso de ser buena persona. Dice que está trabajando para mantener la compostura y amarse a sí misma, pero siempre acaba asomando su fragilidad. Hace unos meses, Jordan Miller, impulsor del movimiento que presionó para liberar a la cantante de la tutela paterna, reconocía que su lenguaje en Instagram es tan difícil de descifrar que entendía que diese pie a todo tipo de diagnósticos. Sin embargo, rompía una lanza a su favor puesto que la Britney de sus vídeos caseros es genuina, sin control parental y sin filtro. Sea como sea, la fiesta de divorcio esel aperitivo para avivar el interés de sus más de 42 millones de seguidores por sus memorias, «The Woman in Me», previstas para octubre.