Harry Styles

Harry Styles arrasa con Hampstead (Londres): vecinos furiosos por el ruido, el polvo y su mansión de 30 millones de euros

El cantante transforma tres propiedades en una mega-mansión con cine, piscina y jardines de lujo. Los residentes denuncian el caos diario y temen por el futuro del barrio

Concierto de Harry Styles el pasado 6 de julio en Frankfurt
El cantante transforma tres propiedades en una mega-mansión con cine, piscina y jardines de lujo. Los residentes denuncian el caos diario y temen por el futuro del barrioLloyd Wakefield

Harry Styles se ha convertido en el epicentro de una creciente disputa vecinal en Hampstead, uno de los barrios más exclusivos del norte de Londres. Su ambicioso proyecto inmobiliario, que fusiona tres propiedades en una mega-mansión valorada en más de 30 millones de euros, ha desatado el malestar entre los vecinos, que denuncian ruido constante, polvo, tráfico y una transformación radical del entorno residencial.

Las obras comenzaron tras la adquisición de tres viviendas contiguas por un total de aproximadamente 15 millones de euros. La primera compra se realizó por unos 10,3 millones de euros, seguida de una segunda por 4,8 millones de euros, y una tercera propiedad adquirida el año pasado por una cifra no revelada, pero estimada en torno a los 1,5 millones de euros.

El diseño contempla una remodelación monumental. La mansión incluirá una suite principal con cuatro vestidores, galería privada, salón de recibo, sala de televisión íntima, cine subterráneo, piscina, sauna y gimnasio. En el exterior, los jardines paisajísticos con fuentes evocan más Beverly Hills que Hampstead Heath.

Aunque el proyecto ha sido aprobado con condiciones medioambientales, como la instalación de dispositivos para proteger murciélagos y erizos, los residentes no ocultan su frustración. “Este camino no solía ser así”, comentan algunos, señalando el tráfico de camiones, el ruido de maquinaria pesada y la pérdida de tranquilidad que caracterizaba la zona.

El calendario de obras se extiende hasta octubre de 2027, lo que implica al menos dos años más de intervención urbana. Algunos vecinos temen que el proyecto vulnere el “derecho a la luz”, una figura legal británica que protege el acceso a iluminación natural. Aunque no se han presentado denuncias formales, el clima de tensión es palpable.