Teorías
Juli Vavilova, la misteriosa novia del fundador de Telegram
La pareja de Pável Dúrov le ha robado el protagonismo por su supuesta profesión de espía
Aunque el montaje fotográfico que ilustra este artículo parece el cartel de la nueva película de James Bond, la historia que se relata es enteramente real. La detención en suelo francés, el pasado 24 de agosto, del fundador y CEO de la opaca plataforma de mensajería Telegram, el ruso Pável Dúrov, nos ha regalado a una protagonista inesperada, la también rusa Juli Vavilova, una «er» profesional –«influencer-instagrammer-gamer»– que acompañaba al millonario en su jet privado y sobre la que en los últimos días se han generado todo tipo de teorías. La más marciana apunta que podría ser agente del Mosad, la agencia de inteligencia de Israel y, quizá, la más eficaz del mundo. Pero ¿quién diablos es Juli Vavilova?
Para obtener información de la susodicha hay que acudir ineludiblemente a su biografía pública, Instagram, en donde cuenta con 35.200 seguidores y
en la que se presenta como «streamer» (realizador de transmisiones en directo) y añade «gaming, cripto[monedas], idiomas y mentalidad». Entre los idiomas se destacan cuatro, ruso, inglés, español y árabe, y lo de la «mentalidad» no queda otra que percibirla en el mosaico de coloridas imágenes con el que esta muchacha de 24 años nos muestra su extenuante vida intelectual: gimnasios, playas, posados en biquini y en mallas, deportes –hípica, paracaidismo, rallies, motos de agua, surf, esquí–, platos de fantasía y, por supuesto, una surtida colección de animales: gatitos, perritos, tigritos, monitos. En todo el perfil tan sólo se detecta la aparición de un hombre: Romeu Felipe, su peluquero, conocido como «el estilista brasileño más famoso del mundo». Este cuenta con 2,3 millones de seguidores en esa red social y es un tipo atractivo y cachas, pero su aspecto, en fin, está a mil kilómetros de distancia del de Clint Eastwood cuando era Clint Eastwood. Vavilova abrió ese perfil en 2013 –curiosamente, el mismo año en el que se fundó Telegram: aquí hay tema para los conspiranoicos–, cuando era una adolescente con cara de niña. Pues en estos más de diez años se aprecia de un modo notable, desde las primeras publicaciones hasta las más recientes, el cambio físico que ha experimentado.
En cuanto al perfil de Instagram del detenido, de 39 años, cabe decir que resulta cuando menos sorprendente: imaginaba uno un contenido distinto, de mayor calado, con más cerebro y menos músculo, pero no dista gran cosa del de un bombero exhibicionista o un policía orgullosísimo de sus tatuajes: el señor Pável Dúrov, que abrió esa cuenta en 2011 y que suma 1,5 millones de seguidores, se presenta ante el mundo como «emprendedor» y se muestra repetidamente con el torso desnudo, vacilando de anatomía hercúlea. Y aquí las comparaciones con Mark Zuckerberg, el creador de Facebook, se hacen añicos, ya que este último no consigue desprenderse del aspecto del más empollón de la clase.
El magnate ruso –«Forbes» le atribuye una fortuna de 14.000 millones de euros– estuvo detenido durante cuatro días, el máximo tiempo permitido dados los delitos que se le imputan, y fue puesto en libertad bajo control judicial y tras desembolsar una fianza de cinco millones de euros. La Fiscalía francesa lo acusa de 12 delitos, entre ellos el de distribución de pornografía infantil y el de complicidad con el tráfico de drogas. Dúrov, que ha declarado en su propio canal que su detención tiene un «enfoque equivocado», deberá presentarse dos veces por semana ante la pasma y se le ha prohibido abandonar el país.
Juli Vavilova llevaba semanas sin publicar en su cuenta de Instagram y ayer, viernes 6, en torno a las tres de la tarde hora española, nos regaló una foto en un restaurante en la que posa seria, de negro y con el siguiente texto, harto revelador: «Agradezco tenerte en mi vida. El nivel de apoyo que he recibido es inconmensurable. (…) Con gusto les hago saber que todo está bien. Hay mucha información falsa circulando, pero ese es un tema para el futuro». ¿Pudo intervenir en una operación de película cuyo propósito era detener al incómodo empresario? Cuesta mucho imaginar a Vavilova cual Mata Hari hodierna, experta en artes marciales y en el manejo de todo tipo de armas, y ocultando en la liga una dosis de veneno o una jeringuilla letal. Es más fácil verla como un cruce entre la niña tonta en medio de una orgía y la María Barranco de «Mujeres al borde de un ataque de nervios», aquella chica desubicadísima que se lía con un terrorista chiita. Pero vayan ustedes a saber. Los caminos del Mosad son inescrutables.
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