Daniel Sancho y más

Rebeldes sin causa: De Cameron Douglas a Ghislane Maxwell

El hijo de Rodolfo Sancho, Daniel, no es el único caso de hijo de famoso que ha pasado por la cárcel

Jeffrey Epstein y Ghislane Maxwell
Jeffrey Epstein y Ghislane MaxwellJohn MinchilloAgencia AP

Daniel Sancho, con su confesión sin titubeo, no ha sido el único hijo de famoso que nos ha hecho contener el aliento y, sin salir del asombro, buscar un porqué. Cameron, hijo de Michael Douglas y su primera esposa, Diandra Luker, cumplió siete años de cárcel –dos de ellos en confinamiento solitario– por posesión de heroína y distribución de sustancias estupefacientes. Christian, hijo de Marlon Brando, disparó mortalmente en 1990 a Dag Dollet, novio de su hermana Cheyenne, después de que ella le confesara que la maltrataba. Wetson, hijo de Nicolas Cage, fue condenado a un año de prisión por varios delitos.

¿Qué camino lleva a la autodestrucción de estos pobres niños ricos? ¿Demasiados días en blanco o muchas noches tontas para sueños demoledores? Ghislaine, la hija menor del magnate Robert Maxwell, cumple una condena de 20 años por proporcionar menores de edad al depredador sexual Jeffrey Epstein. Se dijo que su perdición fue amar a este hombre locamente, pero hay un detalle en su biografía esencial: su crianza. Nació dos días antes del accidente de su hermano Michael, que permaneció en coma seis años antes de morir. Durante ese tiempo, la madre, Elisabeth, estuvo junto a su cama sin apenas mirar a la hija. En sus memorias, esta mujer recordó a la niña gritando: «¡Mamá, yo también existo!».

Para su padre, sin embargo, Ghislaine era la favorita. La veía brillante sin serlo y la exhibía como un trofeo ante la élite anglosajona en su mansión de Oxford de 53 dormitorios. Creció caprichosa y sin límites –«asquerosamente rica», subtitula un documental–, sin que nadie sospechase que en su cabeza se estaba gestando una depredadora sexual.

Sentirse querido

De todas las cosas que pueden estar grabadas a fuego en nuestros genes, la violencia no es una de ellas. Sí está en nuestro cerebro, y bien prendido, el estilo de amar que recibimos de pequeños. Si fue una infancia de apego o marcada por el desapego de aquellos que deberían querernos determinará que nos relacionamos de una manera segura, ansiosa o evitativa. Además, el vínculo afectuoso de la madre durante los tres primeros años de vida favorece el desarrollo del hipocampo, una región cerebral decisiva en la gestión de las emociones.

Familias desestructuradas

¿Cómo se teje una personalidad como la de Christian, hijo de Marlon Brando, que disparó mortalmente en 1990 a cuñado Dag Dollet? Nació de un breve matrimonio del actor con Anna Kashfi y se crió en medio de una dura y larguísima batalla por la custodia en la que no faltaron la violencia y el abuso de estupefacientes.

Cuando Marlon consiguió por fin la custodia, describió a su hijo como «una caja llena de trastornos emocionales». Con 13 años ya bebía y consumía LSD. El 16 de mayo de 1990, asesinó a Dag Drollet, novio de su hermana Cheyenne, pocas horas después de conocerle. Christian se declaró culpable de homicidio involuntario y cumplió cinco años de prisión. Abatido, el actor pidió una reducción de condena para su hijo y confesó: «Creo que a lo mejor he fallado como padre». El hijo murió de neumonía antes de cumplir los 50 y sin haber apaciguado a sus fieras internas.

En la isla de los niños perdidos de Hollywood encontramos a Charlie Sheen, que siguió los pasos de su padre, Martin Sheen, en el mundo de la interpretación y, con su papel en «Dos hombre y medio» consiguió ser el actor mejor pagado de la televisión estadounidense. Heredó el talento y también su gusto por el alcohol, pero a diferencia de este, que supo corregirse gracias al apoyo que encontró en el catolicismo, el hijo se desbocó en una loca carrera de sexo, drogas y alcohol.

Frustración

El progenitor nunca ha ocultado su frustración por no poder ayudarle en sus problemas vitales y no ha dejado de rezar «para que le llegue un momento de claridad». En 2010 se declaró culpable de malos tratos a su mujer. Aunque evitó la cárcel, fue condenado a pasar 30 días en un centro de rehabilitación y someterse a 36 horas de terapia para controlar su temperamento. Un año después, Martin expresó en público que Charlie seguía necesitando «terapia médica, amor y preocupación».

Cameron, hijo de Michael Douglas, cuenta en su libro de memorias «Long Way Home», que nacer en la realeza de Hollywood no te lleva a vivir un cuento de hadas. «Cómo compites con Kirk Douglas? ¿Cómo vives a la sombra de Michael Douglas?».

Sobre todo, ¿cómo esperar que un padre tan talentoso te haga repartir porros entre los invitados a sus fiestas? Cameron lo detalla en su biografía, igual que dice que con 20 años llevaba pistola y traficaba con metanfetaminas para conseguir dinero. A los 25 años se inyectaba cocaína hasta tres veces cada hora y en 2009 fue condenado a siete años de prisión.

Cuesta entender que el camino trazado sea este, pero afortunadamente el ser humano tiene la extraordinaria habilidad de aprender más allá de lo vivido y una crianza nefasta no debería ser una condena a una vida desgraciada o delictiva. La realidad en cambio demuestra muchas veces, desgraciadamente, todo lo contrario.