Flamenco
Celia Flores: «Venderse un poco es inevitable»
–Inaugura el ciclo «Flamenco y otras aves». ¿Qué ave es?
–Una gaviota que pesca en el mar.
–¿Y qué le hace ponerse flamenca?
–Que me mientan.
–Hija de Pepa Flores y Antonio Gades. ¿Qué tiene de su madre?
–La expresión, la forma de sentir; el carácter, no; el mío es más suave.
–¿Y de su padre?
–El físico. Me hubiera gustado bailar, pero me tiraba más el cante y pintar.
–Dígame qué pinta.
–Mujeres dentro de paisajes que no existen. La pintura me libera de todo.
–¿Ser hija de Marisol le hace difícil ser usted misma?
–No. Y no necesité que me dijeran eso de «sé tú misma». Siempre me dieron mucha libertad y sabias enseñanzas. No lucho contra lo que soy.
–Canta «Lucharé». ¿Por qué, para qué, por quién?
–Hay que luchar siempre. Lucho para vivir de la música. Y por mí misma.
–«En una calle blanca». ¿A quién no deja entrar en su calle imaginaria?
–A los que ensucian.
–«Canción en tu honor». ¿En honor de...?
–De mi padre. Luchó con rabia, fuego e ira contra la enfermedad.
–«Noche y madrugada». ¿Va por el botellón?
–No. Lo he hecho alguna vez, pero ahora, a los casi 33 años, prefiero una terracita tranquila.
–«Oye». ¿Cree que la oyen o la escuchan?
–Quiero pensar que me escuchan. Pero escuchamos poco al otro, nos gusta más escucharnos a nosotros mismos.
–«Un consejo». ¿Cree que sirven para algo?
–A mí me dio uno mi madre que nunca olvido: «Lo que no quieras para ti, no se lo hagas a los demás».
–«Ciudad de los sueños libres». ¿No se siente libre?
–Nadie es libre. Venderse un poco para entrar en el mercado es inevitable. Nosotros mismos nos quitamos la libertad.
–¿Somos esclavos de...?
–Del qué dirán y del mercado, por ejemplo.
–Yo estoy rebajadísimo, pero a cierta edad ya no te compra nadie...
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