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Cristina Macaya, la dama que mejor sabe guardar un secreto

No le gusta salir en prensa y prefiere la segunda línea. Es la anfitriona ideal y la discreción hecha mujer. En verano prefiere disfrutar de sus 17 nietos y su paraíso está en es Canyar, su masía.

Todo personaje interesante que pasa por Mallorca la tiene de anfitriona / Gtres
Todo personaje interesante que pasa por Mallorca la tiene de anfitriona / Gtreslarazon

No le gusta salir en prensa y prefiere la segunda línea. Es la anfitriona ideal y la discreción hecha mujer. En verano prefiere disfrutar de sus 17 nietos y su paraíso está en es Canyar, su masía.

A Cristina Macaya no le gusta salir en la prensa, «prefiero la retaguardia», dice. Y no porque quiere representar el papel de dama humilde que no va con ella. Es su manera de ser y además no necesita inversión mediática. Dice la leyenda que todo personaje interesante (no tiene por que pertenece al club de los ricos) que pasa por la isla la tiene como anfitriona. Hace unos días Omar Hernández, el relaciones públicas más influyente de Nueva York con dos de los restaurantes más «cool» de la ciudad fue el invitado especial en una cena que Cristina organizó en su impresionante masía «Es Canyar» en la sierra de Tramontana.

No fue una fiesta multitudinaria, como en otras ocasiones, sino una cena íntima para el amigo que ese día celebraba su cumpleaños. Precisamente fue la anfitriona la que le convenció hace un tiempo para que conociera las Baleares. Y otro tanto sucedió con el ex embajador norteamericano Costos al que aconsejó que era el mejor lugar para veranear. La primavera pasada los Costos invitaron a Michel Obama y Macaya formó parte del grupo de bienvenida como en otras ocasiones lo había sido con el matrimonio Douglas (que también se quedaron en Mallorca por ella), Bill y Hillary Clinton, Felipe González, Van Morrison, Valentino, Jim Hogland, premio Pulitzer. Y no tienen por qué formar parte del establishment del poder.

Hace años en los momentos más duros para la escritora Carmen Posadas, con su marido ex presidente del Banco de España Mariano Rubio recién salido de prisión, la amiga les ofreció su casa para que pudieran estar tranquilos. Poco le importaron los comentarios negativos. La lealtad es uno de los principios en su manera de ser y de actuar. También cedió su masía a Pelayo Cortina Koplowitz, hijo de Alicia y Alberto cuando se casó con Jane Coppee en Londres. La celebración familiar y para los amigos fue en «Es Canyar». Y acogió a Marina Castaño cuando enviudó de Camilo José Cela.

Su listado privado no es solo de personas conocidas. Colabora en «Proyecto Hombre» y da trabajo a quien sale del mundo de la droga. Llama la atención que, siendo una mujer que organiza cenas y almuerzos en «Es Canyar» para sus amistades, no es partidaria de convocatorias solidarias en su masía. Y lo razona: «Mis fiestas son para mis amigos, para pasarlo bien sin tener ese fondo de tragedia. Creo que lo mejor es llevarlos de una manera empresarial como hacemos en ''Proyecto Hombre''».

El retiro espiritual de «Es Canyar»

Ella que vive a caballo entre Madrid, París y Nueva York, donde reside uno de sus cuatro hijos, considera «Es Canyar» como su retiro espiritual y vital. «En verano la casa se llena de alegría. Tengo diecisiete nietos y siempre viene alguno, igual que mis hijos que aunque son muy independientes les encanta estar todos juntos». Y al grupo familiar se unen amigos de medio mundo que saben que la casa de Cristina es uno de los lugares donde todo puede suceder. Un encuentro para ver las estrellas, un menú mexicano con puesta en escena como si fuera la Rivera Maya, una cena con artistas internacionales y expertos en el cosmos. Y todo organizado para que los invitados disfruten y sin necesidad de avisar a la prensa para que lo publiciten. A Es Canyar solía acudir el Rey Juan Carlos cuando veraneaba en el palacio de Marivent y era Jefe del Estado con su grupo de íntimos. Esos veraneos reales ya no se volvieron a repetir.

Hace una semana Don Juan Carlos cenaba en Flanigan, el restaurante de su amigo Miguel Arias en Puerto Portals, donde coincidieron y la saludó con mucho afecto. Quizá uno de las grandes cualidades de Cristina Macaya sea precisamente su discreción. «Su agenda es impresionante pero nunca la sacarás ninguna información relativa a la gente que conoce o que pasa por sus casas ya sea en Madrid o en Nueva York. Es una mujer con unas relaciones increíbles. Ella sola es un lobby», cuentan.

Estuvo durante años con Plácido Arango, una se las grandes fortunas de México, dueño de la cadena de restaurantes VIPS, mecenas y con una de las colecciones privada más importantes en el mundo del arte. Se desenamoró y prefirió vivir su vida de mujer independiente sin necesidad de tener a un hombre poderoso que la cobijara. Algunos de sus conocidos –que no amigos– la aconsejaban que no se separara. Lo hizo y sigue manteniendo una relación de gran afecto con el magnate.

Un patrimonio multiplicado

Cuentan que al no estar casados no le correspondía ni un euro de la fortuna de Arango y que tampoco pidió nada a pesar de los veinte años de unión libre. Precisamente por esa falta de interés mercantil el dueño la dejó un buen patrimonio que ella acrecentó. En aquellos años la prensa económica valoró en una cantidad que rondaba los 2.000 millones de pesetas, un apartamento en Nueva York y la mansión en la elitista urbanización La Moraleja, en Madrid. El periodista Jesús Cacho contaba que Arango le dijo: «Y además de esto, te enseñaré a multiplicarlo». Y parece que la generosidad de Arango unida a la inteligencia de Macaya funcionó.

¿Y quién es esta dama singular guardiana de los secretos de los poderosos? En realidad su nombre es Cristina López Mancisidor, se casó con el empresario Macaya del que enviudó a los 28 años, embarazada de cinco meses de su cuarto hijo y sacó a la familia adelante. Se introdujo en el mundo inmobiliario, en el de los negocios y las inversiones. Supo multiplicar sus recursos y patrimonio siempre aconsejada por la que fuera su pareja Plácido Arango y sus amistades poderosas.