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David Summers: «Hay artistas más vanidosos que los Príncipes»

Músico y líder de Hombres G

David Summers
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De abdicar algún día, cosa impensable en él, David lo haría en sus mellizos, Daniel y Lucía. Él es un genio como su abuelo, dice, toca muy bien la guitarra, y ella canta. Ahí nace una banda, le digo. «Sí, cuando se lleven bien, porque ahora la cosa está fatal: adolescentes, ya sabes».

–Bien, abdicas en tus hijos. ¿Qué les dejas?

–Mi padre, Manolo Summers, decía que trabajar duro en lo que te gusta es la única forma de ser feliz. Trabajo para que ellos no tengan problemas y sobre todo para que sean lo que quieran ser. Yo no me imagino la vida sin componer, escribir letras y cantar. Me sentiría el tío más triste y aburrido.

–¿Dónde te pilló la abdicación del Rey?

–En el coche, iba con mi hijo, que cambiaba de emisora constantemente. Oí la noticia y creí que era una broma de los cachondos de la mañana. El Rey hace bien, pero pienso que tenía que haberlo hecho antes.

–Tienes 50 años, el Príncipe 46. Has crecido con él...

–Sí. Tiene un año más que mi mujer, Marta. Es un tío libre de sospechas, con una trayectoria impecable. Es un profesional. Yo miro mucho a los ojos de la gente y me parece que tiene la mirada limpia. Transmite dignidad. Me parece bien que sea rey.

–Cuando fueron al concierto de Hombres G, escribiste en Twitter: «Ya sabéis que no soy muy fan de políticos, reyes o curas, pero ayer conocí a la princesa Letizia y he de decir que me parece un cielo de mujer».

–Lo mantengo. Es una Princesa y podría ir de princesa, pero te diré la verdad: he conocido a muchos artistas más vanidosos y arrogantes que ella, que los Príncipes. Cuando acabó el concierto y me dijeron que la Princesa quería saludarme, pensé que era una coña. «Quiero hacerme una foto contigo», me dijo. Y nos hicimos fotos con ella, con el Príncipe... Con gran naturalidad. Creo que van a ser unos Reyes majos y sensatos.

–No todo el mundo está de acuerdo con la monarquía, piden cambios...

–Claro, claro. Yo tengo respecto a los Príncipes sentimientos encontrados. Vinieron a un concierto de Hombres G y yo nunca voy a hablar mal de unos fans de Hombres G, ja, ja, ja. Me caen bien. Pero la monarquía me parece algo anacrónico, como los toros.

–¿Entonces?

–Pero si la Constitución lo tiene previsto y si Felipe VI trae consigo tranquilidad y normalidad, no me parece mal que reine. Entiendo a la gente que pide un cambio, pero estoy a favor de la estabilidad.

–A los 50 ya no se es revolucionario...

–No estoy por la revolución: ante todo mucha calma y nada de violencia.

–No sé si para una banda de pop-rock es bueno tener a los Príncipes de fans...

–Es un honor. Y si me invitan a cenar o a una copa, voy.

–¿Qué canción de Hombres G crees que les gustan?

–Las más cachondas. Son fans antiguos, pertenecen a la peña de «Sufre, mamón» y «La cagaste, Burt Lancaster». También de «Indiana».

–Hablando de fans, has sufrido su agobio desde los 80. Y sobrevives...

–Bueno, en los 80 eran un poco pesados, fíjate, el agobio adolescente en la puerta de casa, en todos los sitios; mi padre estaba hasta las narices del teléfono sonando sin parar. Ahora lo llevo con naturalidad, no me molestan nada.

–Para un joven «Hombre G» casado debió de ser un problema la fidelidad.

–Hay que desterrar esa imagen de que los rockeros estamos todo el día metiendo. Además, nuestras fans eran casi todas unas niñas, no eran modelos desquiciadas. Había que ignorarlas en ese sentido.

–Te has vuelto formal, David.

–Si no te vuelves formal, no sobrevives. Ya no salgo, me aburren los bares. Todos quieren hacerse fotos contigo, y cuando todos se han hecho fotos, ¿qué haces ahí? Nada. Me voy. Ya tampoco bebo como antes.

–Qué me vas a decir. Tu perfil en Twitter: «Escribo canciones, me gusta el mar, jugar al fútbol y estar ausente».

–Para mí, estar ausente es crear. Mi mujer se cabrea porque me habla y no me entero. Me gusta esa ausencia, es cuando soy yo de verdad, cuando estoy imaginando músicas, letras. Todo lo demás me la suda. No necesito asesor de imagen ni secretaria. Me sobra el aparato. Veinte bolos son veinte camisetas limpias y vaqueros en la maleta. Eso es todo. Voy a lo esencial.

–Tienes un punto infantil, como tu padre...

–Hago lo mismo que cuando tenía 20 años: canciones para soltarlas por ahí. Es un rollo que sigue igual y te mantiene joven. Por eso los músicos tenemos un punto infantil: la vida cambia poco para nosotros.

Su padre, mi amigo Manolo, era su biblia. Le decía cosas como «si quieres ligar, aprende a tocar la guitarra». Pero también: «No pongas nunca la mano ni el culo y sé libre como el perrito que elige donde mear». Y lo sigue a rajatabla.