Casas reales

El bisnieto Windsor

La Razón
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Los mejores regalos suelen hacerse esperar. También en historia dinástica. Catalina de Cambridge parece haber querido aguardar al fin de 2012 para aportar a la Corona británica el mejor servicio -en términos de popularidad e imagen- que podía ofrecer: nueve meses de espera, seguidos día a día en los medios, que culminarán en toda una promesa de futuro para una de las instituciones simbólicas más sólidas a nivel mundial, que se confunde con la propia marca Reino Unido. Un vástago. Un hijo. Un bisnieto Windsor. La mejor noticia para finalizar el año de las bodas de diamante de Isabel II en el trono. Aunque el anuncio se haya precipitado, por su ingreso hospitalario, rompiendo así la tradición que Buckhingam seguía desde hace décadas: hacer públicos los embarazos en el seno de la Familia Real entre el segundo y tercer mes de gestación.

No es sólo que la reina vea asegurada su sucesión con tres generaciones, sino que acompaña ya a la única de las soberanas británicas que en el pasado culminó su vida con bisnietos en los escalones directos del trono, Victoria I (1819-1901). Dos siglos antes, Luis XIV de Francia conoció a su bisnieto y sucesor, Luis XV, pero después de enterrar al padre y abuelo del muchacho, sus dos inmediatos sucesores. Tragedias que la medicina de hoy posiblemente habría evitado.

El reposo que el médico va a imponer a Catalina hará que el primogénito de los duques de Cambridge, sea niño o niña, inaugure la séptima generación de monarcas de la Casa de Windsor, desde que Jorge V renombrase la que reinaba en Gran Bretaña desde tiempos de la mencionada Reina Victoria. Recibirá al nacer el tratamiento de Alteza Real y el título de Príncipe. Como fue el caso de su padre o su tío paterno Enrique, Isabel II no le distinguirá, por el mero hecho de su nacimiento, con un título nobiliario específico, como los de duque o marqués, títulos que el duque de Cambridge sí recibió con motivo de su enlace matrimonial en abril de 2011.