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Los Ostos, más unidos que nunca tras la muerte del patriarca
María Angeles Grajal, la viuda, y los cuatro hijos que tuvo el torero, encabezan la invitación a la misa funeral que se celebrará en Madrid el jueves 20 de enero
La esquela virtual que los Ostos están enviando vía WhatsApp a sus allegados es el mejor ejemplo de su actual unión familiar. El polémico matador de toros, fallecido el pasado 8 de enero en Colombia a los 90 años de edad, fue un hombre demasiado temperamental aunque, pese a los escándalos que protagonizó en vida con sus mujeres e hijos, se fue de este mundo dando ejemplo de concordia familiar.
El saber estar entre sus herederos, sus cuatro hijos y su viuda, queda patente en la sencilla invitación a la misa que se celebrará en su memoria en la Iglesia de Santa Bárbara de Madrid el próximo 20 de enero. Una esquela sencilla y elegante que convida a sus allegados a reunirse en el último gran evento social que protagonizará el torero y al que se espera que acudan sus cuatro hijos. De hecho, todos ellos, junto a la doctora Grajal, figuran en la comunicación formal de la fecha del funeral.
La esquela es una exquisita y sencilla tarjeta blanca enmarcada en color oro. Pero su elegancia radica más en el fondo que en la forma, aunque ambas sean una muestra de la concordia que, en la despedida del célebre torero, han dado muestra sus seres más queridos. Encabeza la esquela su viuda, cuyo nombre aparece destacado, espaciándolo discretamente del de los vástagos de su esposo, que figuran a continuación, en riguroso orden de nacimiento. Los tres primeros, Gabriela, Jaime y Jacobo, nacidos de sus matrimonios con Consuelo Alcalá y la doctora Grajal, y Gisela, la hija que tuvo fruto de una relación extra conyugal con Aurora Díaz, a la que tuvo que reconocer en 2003 tras años de enfrentamientos mediáticos y judiciales.
El fuerte temperamento de Jaime Ostos marcó las difíciles relaciones que mantuvo con sus mujeres y sus hijos.
Aunque hoy todos sus hijos se muestran unidos en la muerte del torero, y mantienen buena relación con su viuda, en el pasado protagonizaron numerosos desencuentros con el finado. El fuerte temperamento y carácter violento de Jaime Ostos le convirtió en protagonista de numerosos escándalos. La prensa del corazón de los 80 y 90 atestiguó las difíciles relaciones que mantuvo tanto con Lita Trujillo, la millonaria viuda y actriz con la que nunca se casó ni tuvo hijos pero que ocupó todo tipo de titulares, o con la doctora Grajal, con quién también tuvo fuertes desencuentros.
La peor etapa de Jaime Ostos llegó con el auge de los programas del corazón por los que desfilaron muchos de sus hijos y también sus madres, como Consuelo Alcalá y Aurora Díaz. La guerra se la declaró la primera, una mujer que se había mantenido, hasta la fecha, fuera de los objetivos de la prensa y de los focos, que le acusó de malos tratos y la revelación de la existencia de una hija secreta, habida de su idilio con la segunda, le remató en los medios. En aquellos duros momentos, y a pesar de las crisis que vivió en su matrimonio, Maria Ángeles permaneció a su lado hasta su muerte. De las mujeres que pasaron por su vida, y de sus conflictos paterno filiales, la única que nunca le perdonó fue Consuelo Alcalá.
Ella es la única que no llora su muerte y, aunque se encuentra retirada de la escena pública, aún resuena en la memoria catódica su duro testimonio como mujer maltratada. Se casó con la bellísima joven de 16 años, en 1960, pero la pareja se separó tras nueve años de matrimonio. No sería hasta mucho después cuando, tras una dura batalla legal, consiguieron divorciarse y anular el matrimonio eclesiástico. Cuarenta años después de aquella multitudinaria boda, Consuelo Alcalá relató en los platós de televisión los malos tratos que recibió de Jaime Ostos desde que comenzara su “luna de miel” y, en 2005, publicó con detalles la pesadilla que vivió con el torero en La mujer del héroe, su libro autobiográfico.
Durante aquellos años también fue muy sonado el enfrentamiento que mantuvo Jaime Ostos con su primogénita, Gabriela. En medio de esta guerra familiar, el único que se mantuvo unido al torero fue su hijo mayor, Jaime Ostos Jr, que llegó a retirar la palabra a su madre por las declaraciones que había hecho sobre su progenitor. En 2003, en el espacio Sabor a ti, presentado por Ana Rosa Quintana en Antena 3, el torero entró en directo para reconciliarse con su hija, después de varias décadas sin apenas relación con ella: “Te llamo para decir que si quieres conocer a tu hermano Jacobo que tiene 18 años y no conoces, yo te espero en mi casa hoy para eso y además te digo que tu hermano Jaime acaba de llamar desde Miami y ha dicho que cuando tú estés en casa le llamemos. Te estamos esperando, un beso y hasta luego”.
En 2003, Aurora Díaz Cano, una desconocida amante del torero, presentó demanda de paternidad para que Jaime Ostos reconociera la paternidad de Gisela. Ante la negativa de éste a someterse a las pruebas de ADN, su hija Gabriela se ofreció ante el juez para hacerse dichos test. El juez lo admitió y las pruebas demostraron que Gisela era hija de Ostos. Desde entonces, llevó el apellido Ostos y además de una indemnización, comenzó a percibir una manutención. Al torero le costó casi diez años aceptar a Gisela como su hija y empezar a tratarla como tal.
Así, tras años de disputas y peleas familiares, de las que tanto Jaime Ostos, como sus ex y sus hijos, dieron cuenta en los platós de televisión, hoy los Ostos se muestran unidos y nada indica que esta aparente paz pueda romperse con la desaparición del hombre que unía a todos ellos.
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