DEP

Conchita Spínola y el síndrome del corazón roto

No pudo superar el fallecimiento del hombre de su vida, Miguel Báez, y falleció a los quince días en su casa de Madrid

Concha Spínola durante el funeral de Miguel Báez Espuny "El Litri" en Huelva.
Concha Spínola durante el funeral de Miguel Báez Espuny "El Litri" en Huelva.G3GTRES

Mayte, Conchita y Mamen, las hermanas Spínola han vivido este último mes unas tragedias familiares que han hecho visible el apellido y a sus protagonistas. Hace quince días fallecía Miguel Báez Espuny, torero de pura raza a los 91 años, casado con Conchita a la que conoció cuando ella tenía 15 años y él 20 más en Punta Umbría. Una gran pérdida que no era esperada a pesar de su edad y de que su salud ya estaba mermada. No pudo acudir a la segunda boda (antes lo hizo con Carolina Herrera) de su hijo Miguel con Casilda Ybarra, en Jerez, por recomendación médica, pero nadie esperaba que falleciera a los pocos días del enlace. Un torero más en la familia que despuntó en los carteles de los 80. Como nada hacía presagiar el fallecimiento, los recién casados se fueron de viaje de novios a Italia.

Tuvieron que regresar y Litri sirvió de consuelo a su madre, que desde que contrajo matrimonio en el monasterio de la Virgen de Guadalupe (Cáceres), nunca se había separado de su marido. El gran drama llegó quince días después cuando Conchita, a su 71 años, fallecía en su casa de la calle Alcalá. Cuentan a quien esto escribe que no pudo soportar la vida sin el que había sido el hombre de su vida y el destino hizo que se fuera con él.

El síndrome del «corazón roto» existe y según los especialistas lo provoca situaciones estresantes y emociones extremas. Conchita era una mujer muy activa y con una visión empresarial importante que hizo que se encargara de la gestión patrimonial de su casa. Quiso estudiar la carrera de Económicas pero llegaron los hijos –Miki, Rocío y Miriam– y como otras muchas mujeres de su generación se hizo autodidacta. El matrimonio tenía y tiene una de las mejores casas en El Rocío, por donde han pasado nombres importantes de todos los sectores nacionales e internacionales, desde la realeza con la Reina Sofía y las Infantas o los reyes de Bélgica y Bulgaria, hasta sagas del mundo de la economía como Botín, Abelló y March. Un hogar de puertas abiertas igual que lo es la finca La Centenera (Jaén) que compró el padre de las hermanas Spínola, Máximo Spínola. Una campo espléndido de caza mayor con visitas frecuentes del que fuera presidente francés Giscard d´Estaing, el duque de Wellington y Carolina de Mónaco con Hannover cuando aún no hacían vidas separadas.

MAYTE SPINOLA Y GRACILIANO DE BARREIROS DURANTE UN ACTO PUBLICO
MAYTE SPINOLA Y GRACILIANO DE BARREIROS DURANTE UN ACTO PUBLICORP©RADIALPRESS

Una semana antes de la desaparición de Conchita, su hermana Mayte, fundadora del Grupo Pro Arte y Cultura organizaba un almuerzo campero en la Centenera. El motivo era celebrar las Medallas de Oro que cada año reciben personas que han destacado en diversas facetas profesionales y personales. Mayte, la hermana mayor es la más visible de la familia. Una mujer vitalista, emprendedora y artista como también lo fue Conchita. Este año se cumplen los 50 años desde que comenzó a pintar.

Contra las normas

Ha potenciado dieciocho museos por medio mundo y el primero fue en Azuaga donde nació su padre, un hombre excepcional y que transmitió a sus hijas la importancia de la solidaridad y el aprendizaje. Se casó a los 19 años con Graciliano Barreiros, ingeniero industrial que, junto con sus tres hermanos, revolucionó el mundo automovilístico. Tuvieron tres hijas, Grachya, Mayte y Rocío. La educaron para ser madre de familia y participar en la vida social del Madrid de aquellos años con fiestas y cenas casi diarias. Se reveló contra las normas establecidas y se dedicó a pintar, una actividad que estaba bien para estar por casa, pero no para exponer en galerías, que fue lo que hizo.

Carmen, Mamen para la familia, ha sido la más desconocida en el mundo social pero no en el del arte. Se casó como sus hermanas en el monasterio de Guadalupe con Luis Javier de Oriol y Díaz Bustamante, hijo del que fuera presidente del Consejo de Estado, Antonio María de Oriol y Urquijo. Tuvieron cinco hijos. Estudio Derecho aunque nunca ejerció profesionalmente pero sí de manera altruista.