Polémica

Alaska, Mario, Jorge Javier y la libertad

Los tres han protagonizado una de las trifulcas más sonadas de la semana

Alaska y Mario Vaquerizo
Alaska y Mario VaquerizoLuca PiergiovanniAgencia EFE

Jorge Javierpretendía enmendarle la plana a Mario Vaquerizo («ven, que te hago una autocrítica», pensó) y lo que ha hecho es darle la razón. Hablaba Vaquerizo en «Déjate querer», el programa de Paz Padilla, del actual clima de excesiva corrección política, de cierta pérdida de libertades y del peligro de la autocensura en la que puede caer uno hoy, a poco conocido que sea, con tal de ahorrarse ese dar explicaciones, ese ser señalado por no ceñirse al dictado del obligado pensar correctamente. Aprovechaba Jorge Javier que el Pisuerga pasa por Valladolid y, a saber por qué especie de superioridad moral autoadjudicada, escribía en su blog de Lecturas una diatriba en la que desplegaba todo el imaginario totalitarista de los que no entienden demasiado bien lo que es realmente una democracia y creen que abrazar una causa justa significa despreciar todo lo que queda más allá de los límites de sus ideas. Es lo que tienen los que militan: que limitan. A Jorge Javier le parece mal que Alaska colabore con Jiménez Losantos, que Mario aparezca en un anuncio de la Comunidad de Madrid, que se relaciones con Isabel Díaz Ayuso, que se exprese libremente… Le parece inaceptable, dice (por favor, no se rían), el insulto y la humillación. Lo que le parece inaceptable, en realidad, es que alguien pueda pensar diferente. ¡Qué osadía!

Mario Vaquerizo y Alaska
Mario Vaquerizo y AlaskaGtres

Confunde Jorge Javier, qué cabeza loca, la crítica legítima con el intento burdo de silenciar. La amenaza es apenas velada: «Mario, quizás la gente esté empezando a arrugar el morro ante algunas de tus últimas salidas de patas de banco. Porque, quizás, esta gente que llevamos jaleándote incondicionalmente desde hace la tira de años, estamos hartos de que compadrees de una manera tan descarada con representantes de un partido que se opone a la consecución de derechos y libertades que tengan que ver con las mujeres y el colectivo LGTBI+: aborto, matrimonio, trans». Yo traduzco de jorgejavierlandés a español para los no iniciados: «Mario, te comento: que últimamente se te está notando mucho que no piensas lo que debes (o sea, lo que yo diga), y voy a verme obligado a poner en tu contra a mis seguidores como no rectifiques».

Mario Vaquerizo tenía razón, insisto, y Jorge Javier lo ha demostrado con un ejemplo gráfico impagable. Y es que hoy los censores, lo hemos visto, no son unos tipos ceñudos vestidos de negro con un rotulador rojo con el que marcan la línea que no se deben pronunciar. Hoy la censura, ladina y perversa, la ejerce el de al lado, los jorgejavieres de la vida. No con la tacha o el silenciamiento (la clásica), sino con la amenaza subrepticia de una muerte civil. No es tanto que el presentador lance a sus hordas de bienpensantes a retirar su apoyo, incluso a despreciar, a Alaska y Mario por el ejercicio legítimo de sus libertades, que también: es que es un aviso a navegantes. Un «ojo cuidado, que mira lo que te puede pasar si te atreves» para el resto. Y a eso se refería Mario Vaquerizo, muy acertadamente, al hablar de la autocensura y de la pérdida de libertades. Él puede permitirse ser valiente, políticamente incorrecto y desprejuiciadamente libre, pero alguien que empiece ahora su carrera profesional se pensará dos veces si puede asumir el riesgo.

La libertad, debería saberlo Jorge Javier, se defiende para todos. No solo para uno mismo y los que piensan como él.