El alegato de Karla Sofía Gascón contra la dictadura de lo políticamente correcto: "No soy culpable del hambre en el mundo"

Karla Sofía Gascón ha resurgido de sus cenizas. Sufrió en sus propias carnes las consecuencias más extremas de la cultura de la cancelación, pero pocas semanas después las redes la han elevado a la categoría de icono kitsch y aplauden su constante desafío a la dictadura de lo políticamente correcto.

El último comentario que ha sido tachado de “polémico” por los más puritanos ha sido su símil con “La sociedad de la nieve”, la película que narra la tragedia del accidente de avión en Los Andes en 1972, con el fin de semana que ha pasado en la sierra. Ante el constante señalamiento, Karla Sofía Gascón ha compartido un alegato en el que deja claro que no se someterá a los que quieren silenciar su característico tono mordaz y ácido.

Karla Sofía Gascón, contra la dictadura de lo políticamente correcto

“Jamás en mi vida he hecho daño a nadie, ni un comentario para intentar menospreciar a alguien por su color de piel; para ensalzar a dictadores, etcétera, etcétera; pueden manipular, mentir, descontextualizar o inventar lo que gusten”, comienza diciendo la protagonista de “Emilia Pérez”, filme por el que fue nominada a un Premio Oscar.

Karla Sofía Gascón mantiene que lo único que ha hecho toda su vida ha sido “defender a la mujer, la diversidad sexual y la igualdad entre todos los seres humanos, criticar el fanatismo, la delincuencia, el terrorismo y las guerras”, y lanza un consejo a la horda de “haters” que esperan a que suelte una sola palabra para cuestionarla: “Les recomiendo que se entreguen a otra cosa que a desvirtuar mis palabras para intentar encontrar algo malo en ellas con propósito de oscurecer mi luz, no sé cómo no se han dado cuenta que es imposible”.

Karla Sofía Gascón se autoreivindica

Lejos de amedrentarse, Karla Sofía Gascón promete que no va a cambiar un solo ápice de su carácter: “Yo voy a seguir siendo sarcástica, irónica, exagerada, antiurania, antifascista, ni de extrema izquierda ni de extrema derecha, ni xenófoba, ni antivacunas, ni misógina, ni homofóbica ni transfóbica, ni culpable del hambre en el mundo ni de que el sol no les dé en invierno en su patio, o cualquier estupidez que puedan inventar”.

Por último, se despide arremetiendo contra “la capacidad mental” de los que no entienden su idiosincrasia y defiende, segura: “Por mucho que repitan adjetivos en mi contra no los hacen verdad”.