
El dolor de la familia
Un año sin Caritina Goyanes
Este 26 de agosto se cumple un año de la muerte de la hija mayor de Carlos Goyanes, a los 46 años, a causa de un infarto. Hablamos en exclusiva con su madre Cari Lapique

Caritina Goyanes se fue como vivió: sin hacer ruido. Sin embargo, su ausencia ha dejado una huella imborrable que, hoy, un año después de su muerte, persiste y es añorada por todos los que la conocieron. Se marchó con el luto de su padre prendido en las entrañas, a los 46 años, y con muchos sueños y proyectos aún por cumplir. Su partida fue tan discreta como su forma de ser, pero el vacío que dejó sigue muy presente en su familia y en quienes la querían.
Hoy, sus seres queridos recuerdan a la mayor de los Goyanes con un cariño indefinible y en la más absoluta intimidad. Su madre, Cari Lapique, ha declarado a LA RAZÓN: «El aniversario de su muerte lo vamos a pasar todos juntos, en la mayor intimidad. Os damos las gracias por seguir recordando a mi hija». Profundamente creyente, Caritina siempre agradecía a Dios cada bendición que recibía, y, en su honor, su familia ha decidido conmemorar este día con actos religiosos, discretos y personales, como a ella le hubiera gustado.
Cari aún arrastra el dolor inmenso de haber perdido también a su marido, Carlos Goyanes, quien falleció de manera inesperada tan solo diecinueve días antes de la partida de su hija. Para homenajear su memoria, el pasado 7 de agosto de 2025 compartió una emotiva fotografía en sus redes sociales. En la imagen, Carlos Goyanes sostiene a su nieto Beltrán durante el primer verano del pequeño, en 2019. La instantánea iba acompañada de un mensaje sencillo pero cargado de nostalgia: «Carlos con Beltrán en su primer verano. Buenísimos tiempos». Palabras que reflejan la melancolía y el dolor que todavía embargan a Cari, especialmente en estas fechas. Este mes de septiembre, el día 20, Cari hubiera celebrado sus bodas de oro con el que siempre llamó «el amor de su vida». La partida de su esposo le dejó un vacío profundo que, poco a poco, ha ido aprendiendo a sobrellevar durante este año tan difícil. Lo ha afrontado con entereza, arropada por el cariño de su hija Carla y de sus cinco nietos, quienes se han convertido en su mayor sostén.

Recordada por los suyos
Para ella, la mejor manera de encontrar consuelo ha sido mantener vivo el recuerdo de Caritina, «su Cari». En cada viaje realizado este año, Cari ha llevado consigo recuerdos y pequeños detalles que evocan a su hija: desde su visita a Marruecos para reencontrarse con sus amigos Inés y Bruno, hasta su estancia en Grecia y sus días en Mallorca junto a su hermana Myriam, otro de sus grandes apoyos en este tiempo de duelo.
El recuerdo de Caritina ha permanecido vivo en cada rincón de la familia, al igual que el de Carlos Goyanes. Este mes de agosto, Carla Goyanes quiso rendir homenaje a sus seres queridos organizando un emotivo acto para conmemorar el primer aniversario de estas dos pérdidas irreparables. En el Club Nueva Alcántara creó la primera edición del «Torneo de Pádel Memorial Carlos Goyanes», un evento que celebró la trayectoria del empresario, pionero en la promoción del pádel en Marbella. Allí, amigos cercanos como el periodista José María García o Luis Fraile, íntimo amigo de Caritina, se reunieron para recordar a ambos con emoción y cariño. Para muchos, este homenaje ha sido una manera hermosa de mantener viva su presencia a pesar de su ausencia física. Uno de los momentos más aplaudidos de la jornada fue la participación de dos de los nietos de Cari: Carlos Benguría Goyanes y Pedro Matos Goyanes, hijo de Caritina, quienes compitieron en el torneo en memoria de su abuelo.

La vida sigue, pero para la familia Goyanes nada volverá a ser igual. Todos son conscientes de que la pérdida de Caritina y Carlos ha dejado una herida que nunca cerrará del todo. Para Antonio Matos, el esposo de Caritina, la casa de Guadalmina, donde ocurrió aquel fatídico 26 de agosto de 2024, jamás volverá a sentirse igual. Aquella tarde, mientras disfrutaban de un baño en la piscina, Caritina comenzó a sentirse mal. Preocupado, Antonio la trasladó de inmediato al hospital, pero ya no pudieron hacer nada por salvarla. Esa noche tenían planeado asistir juntos al concierto de Melendi en Starlite, un plan que su hija pequeña «Mini Cari» esperaba con ilusión, pero que nunca llegó a cumplirse.
Antonio Matos, su gran amor
La repentina partida de Caritina tomó a todos por sorpresa. No padecía ninguna enfermedad y llevaba una vida completamente normal hasta ese día. Siempre había cuidado su salud con esmero y mantenía hábitos alimenticios saludables. «Comer es para mí una forma de vivir», solía decir en entrevistas, recordando con cariño cómo, de niña, seguía a Isi, la cocinera de la familia, a quien querían como a una más del hogar.
Para Antonio Matos, su gran amor y padre de sus hijos, Caritina fue más que una esposa; fue, como él mismo expresó, «mi socia de vida y mi camino al cielo». Juntos compartieron dieciséis años de amor profundo y construyeron una familia con dos hijos: Pedro y la pequeña «Mini Cari». A su hijo lo describía como «un corazón con dos piernas» y a su hija como «un terremoto alegre, con una personalidad arrolladora». Así se despidió Caritina del mundo: en los brazos del hombre que más amó, con la fe firme de que el cielo sería su destino.
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