
Amor de película
Antonio Banderas y Nicole Kimpel: un amor que nació bailando en Cannes
La historia de la pareja comenzó con un giro de cintura en una fiesta de lujo, superó un infarto y lleva ya más de una década de complicidad, sin necesidad de anillos ni etiquetas

Todo empezó con un baile. Antonio Banderas y Nicole Kimpel se conocieron en mayo de 2014, en una de esas fiestas nocturnas del Festival de Cannes que parecen pensadas para que el destino haga su trabajo. Fue durante una velada organizada por la firma De Grisogono cuando el actor malagueño y la financiera y modelo holandesa compartieron pista de baile. Las chispas, cuentan, fueron inmediatas.
Primer matrimonio con Melanie Griffith
Por aquel entonces, Banderas aún estaba casado con Melanie Griffith, aunque la relación ya daba sus últimos coletazos. Nicole, discreta y firme, marcó el paso desde el primer momento: no habría historia hasta que el actor no estuviera oficialmente divorciado. "Sabíamos dónde estábamos", reconoció él más tarde. "Una vez los papeles estuvieron firmados, fue cuando empezamos a conocernos. Y al tiempo, surgió una relación".

Desde entonces, han pasado más de diez años. Tiempo suficiente para consolidar un vínculo que va mucho más allá del romance. Nicole no solo es su pareja, también es su confidente, su apoyo en los días buenos… y en los críticos. Como aquel enero de 2017, cuando Banderas sufrió un infarto en Londres. Fue ella quien reaccionó a tiempo y colocó una aspirina bajo su lengua, un gesto que, según el propio actor, pudo haberle salvado la vida.
Aunque muchos han fantaseado con una boda, la pareja prefiere vivir sin etiquetas. Tampoco les hace falta. Comparten casa en Málaga, donde llevan años instalados, entre la villa La Gaviota de Marbella y un ático con vistas a la Alcazaba. Y desde 2023, sumaron un coqueto piso en Madrid, junto al parque de El Retiro, que les permite moverse con comodidad entre compromisos profesionales y escapadas al centro.
Lo suyo no ha sido un flechazo de película, sino una historia que ha sabido madurar, con pasos de baile, silencios cómplices y mucha vida real. Sin más guion que el que escriben día a día.
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