Justicia

Antonio David se juega 4 años de cárcel en su guerra contra Rocío Carrasco

Continúa la larga batalla legal que la hija de la Jurado y su ex mantienen desde hace años

Antonio David y Rocío Carrasco
Antonio David y Rocío CarrascoGtresGtres

Fue en el año 2017 cuando Rocío Carrasco demandó a su exmarido, Antonio David Flores, por un supuesto delito de insolvencia punible. El malagueño había sido condenado anteriormente a abonar 60.000 euros -más intereses y costas- en concepto del pago de la pensión de sus hijos que no había abonado desde el año 2012. y la heredera universal de la Jurado lo acusa de ocultar su patrimonio para librarse de saldar esta deuda, una estrategia en la que Olga Moreno podría haber jugado un papel fundamental, según desliza la revista “Lecturas”.

Ahora, el mismo medio asegura que Antonio David Flores y Rocío Carrasco se verán las caras en sede judicial el próximo 6 de julio, durante una vista oral en la que el otrora guardia civil se sentará en el banquillo de los acusados. No se trata de un proceso nimio, puesto que la defensa de la primogénita de “La más grande” solicita para su exmarido una pena de cuatro años de prisión.

Rocío Carrasco de camino a los Juzgados de Alcobendas
Rocío Carrasco de camino a los Juzgados de AlcobendasDaniel GonzalezGTRES

Paralelamente a este caso, se desarrolla otro similar pero con los detalles invertidos. En 2018, fue Antonio David Flores quien demandó a Rocío Carrasco por el imago de la correspondiente pensión que debía abonar a sus hijos, y la Fiscalía solicita para ella una condena de un año de cárcel por un supuesto delito de abandono de familia. Rocío Flores jugará un papel fundamental en esta causa porque ha sido llamada a declarar como testigo por la parte demandante, aunque el equipo legal de su madre baraja la posibilidad hacer lo propio, según publicó el medio citado anteriormente.

Por su parte, el pequeño de la familia, David Flores, que ratificó la demanda por el impago de su pensión por parte de su madre, se comprometió a retirarla si sus dos padres llegaban a un acuerdo y ponían fin a su larga batalla legal. Una utopía soñada que, de momento, no tiene pinta de hacerse realidad.