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De Arón Piper a Jeremy Allen White: ahora los hombres también quieren joyas

De la sobriedad absoluta a ir con miles de euros en la solapa: así se viste ahora en un evento

Arón Piper, con pendiente y cadena
Arón Piper, con pendiente y cadenaGtres

En el siglo XXI fuimos testigos directos del regreso del hombre a la moda. Poco a poco, el sector masculino se fue despertando del sueño profundo en el que había vivido desde principios del siglo XIX cuando, como afirma el psicólogo John Carl Flugel, se produjo la conocida «gran renuncia masculina», es decir, el momento en el que los hombres dejaron de llevar una moda ostentosa llena de color para pasar a vestirse de negro.

Si bien es cierto que hubo momentos donde parecía que todo aquello iba a acabar e incluso nombres como los de Byron, Brummell, Wilde o Bowie impusieron su propio estilo, de manera general y, sobre todo, a nivel comercial, parecía que la moda masculina no interesaba del todo. Pero con la llegada del hombre metrosexual, la cosa cambió. Podemos ver en ello un nuevo despertar del hombre, pero lo cierto que esto tuvo más que ver con intereses comerciales: las grandes marcas se dieron cuenta de que habían dado la espalda a un sector que supone prácticamente el 50 % de la población. El hombre estaba sin explotar. Así que, el que primero consiguiera poner una pica en Flandes, seguramente se haría con gran parte del pastel.

La cosmética y la moda fueron las primeras en llegar. Después les tocó el turno a los accesorios, con el bolso como el complemento que conquistó el armario masculino en 2010. ¿Y ahora? ¿Qué queda por desarrollar en el guardarropa del hombre?

A la conquista del mercado

La joyería parece ser la nueva elegida para generar negocio. De hecho, es el nuevo enfoque al que quieren llegar las marcas. Cada vez más, observamos cómo los mostradores y las plataformas online muestran más y más joyas. Firmas como la española Rabat, por ejemplo, les dedica una sección en exclusiva en su web y grandes referencias del sector como los almacenes británicos Selfridges confirman el buen momento que vive la joyería masculina. Basta comprobar los datos que el portal Mytheresa facilitó hace unos días a la publicación «Business Of Fashion» para comprobarlo: cada año triplican sus ventas en esta sección.

Está claro, por tanto, que el negocio funciona, y eso se ha conseguido gracias a la apuesta que han hecho por conquistar las alfombras rojas de la mano de las celebridades, deportistas e influencers. De hecho, hace unos días veíamos al director Julian Schnabel pasearse por Venecia durante la Mostra con un esmoquin en el que se podía ver un espectacular broche en su solapa. Se trataba del modelo Bird on a Rock de Tiffany & Co. que homenajea a la creación que realizó en 1965 Jean Schlumberger, solo que reversionada por Nathalie Verdeille. Lo que posiblemente nunca pensó su creador fue que, con el tiempo, ese diseño acabaría en las solapas no solo de Schnabel, sino también de los actores Jeremy Allen y Arón Piper, del cantante Damiano David o de la estrella tailandesa Win Metawin, todos referencias de una generación joven que firmas como Tiffany y& Co. tratan de conquistar.

Arón Piper con el broche Bird on a Rock de Tiffany & Co.
Arón Piper con el broche Bird on a Rock de Tiffany & Co.Tiffany & Co.
Chalamet y su collar de Cartier en la cena de nominados a los Oscar
Chalamet y su collar de Cartier en la cena de nominados a los OscarGtres

Otro personaje clave de esta nueva generación que no tiene miedo a llevar collares, anillos y pendientes a tutiplén es Timothée Chalamet. No hay fiesta en la que no luzca alguna joya espectacular. En la cena de los nominados a los Oscars de este año le vimos con un espectacular collar de Cartier, que no tenía nada que envidiar a las joyas que llevaban sus compañeras femeninas. Está claro: el hombre se ha cansado de renuncias.