Dura confesión
Artur Segarra narra en una carta qué calamidades le esperan a Daniel Sancho en su nueva prisión
El otro español condenado en Tailandia por asesinato, descuartizamiento y tortura escribe una misiva para narrar su día a día y qué será de su compatriota
Por el momento, Daniel Sancho cumple condena preventiva en la prisión de Koh Samui, a la espera de que se celebre el juicio por el asesinato de Edwin Arrieta. La justicia tailandesa tiene la firme convicción de que el crimen fue premeditado y dada la crueldad mostrada piden para él la pena máxima, una condena a muerte. Pero aún debe terminar el proceso legal, para después determinar dónde acabará el hijo de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, siendo señalada la cárcel de Bangkok, la capital tailandesa, la señalada como su futuro hogar. Considerada la cuarta prisión más peligrosa del mundo, bien la conoce otro español, Artur Segarra, que pasará el resto de sus días entre rejas viviendo en condiciones infrahumanas, como así ha confesado él mismo en una carta remitida al programa de Ana Rosa Quintana, ‘Tardear’, donde incluso desvela qué le espera a Daniel Sancho cuando sea su compañero.
Ha pasado ya un mes y medio desde que el joven chef de 29 años está entre las rejas de Koh Samui, pero aquí no estará mucho más. La cárcel de Bangkok ya le está haciendo un hueco, pues su caso es muy similar al de Artur Segarra que, en 2016, secuestró, torturó, robó y descuartizó a otro español, David Bernat. Fue condenado a muerte, pero el rey de Tailandia redujo su pena a cadena perpetua. Eso sí, vive en un auténtico infierno, como él mismo destaca en la extensa carta que ha escrito de su puño y letra, en la que cuenta su día a día.
“Me levanto a las tres y media de la mañana para leer la Biblia (…) sobre las cuatro y media despierto a un par de compañeros. Las celdas son comunas de unos 20 a 24 presos. A las seis y cincuenta de la mañana abren las puertas y a las siete, el desayuno”, relata cómo es su rutina. Después acude a cantar el himno nacional en el patio de la prisión, asiste al izado de bandera y corre a las duchas para poder asearse, si tiene suerte, para después comer, aunque los alimentos son tan escasos y repugnantes, que poco nutren. Después, de vuelta a la celda “16 o 17 horas sin comida, solo agua, durmiendo en el suelo con tres mantas”.
La experiencia de Artur Segarra le hace advertir a Daniel Sancho de que “no se puede confiar en la justicia tailandesa”. De hecho, tan mal parado se considera, que denuncia que vive en “el tercer mundo, porque las sentencias o, son ridículas, o son desproporcionadas. Todo depende del efectivo del que dispongas para pagar a la fiscalía, jueces y policía”, denuncia haciendo referencia a la supuesta corrupción reinante. Como su crimen es similar, pues ambos asesinaron, descuartizaron y se deshicieron de los restos por Tailandia, sabe las posibilidades a las que pude acogerse su compatriota:
“Tiene dos opciones: pelear el caso, con los que necesitará que durante las jornadas del juicio esté presente un oficial de la embajada, para enfrentarse a la pena capital, para repasar declaraciones y evidencias; la segunda opción es aceptar una previa negociación con la fiscalía, una sentencia inferior a 30 años, para que pueda conseguir la clasificación de excelente”, detalla. Además, su experiencia le hace saber que “lo van a juzgar en Surat Thani, donde a diario sentencias a asesinos, terroristas y traficantes a pena capital”, por lo que tiene muy claro cuál será su destino, aunque puede correr su misma ‘suerte’ y ser indultado por el rey de Tailandia, conmutando su pena por una larga vida entre rejas, en penosas condiciones y luchando por su supervivencia, pues Artur Segarra asegura que debe andar con cuidado, siempre con “un pincho” escondido para protegerse del resto de reclusos peligrosos.
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