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Haters

Bad Gyal se planta: "Estoy harta de una industria que solo valora los culos grandes y las prótesis"

La reina catalana del dancehall responde sin filtros a quienes critican su físico y reivindica su cuerpo en una industria musical dominada por estereotipos de curvas XXL

La artista Bad Gyal Bad Gyal

Bad Gyal, el huracán rubio que revolucionó la escena urbana con su mezcla de dancehall, trap y sensualidad desacomplejada, ha dicho basta. Harta de las críticas constantes hacia su físico, la artista catalana ha utilizado sus redes para desmontar los cánones que siguen imperando en el reguetón y, de paso, poner en su sitio a los haters que la acusan de no tener las curvas "correctas".

"Me ha tocado ser la flaquita atlética en una puta industria donde solo les gustan los traseros grandes, las inyecciones y las prótesis", ha sentenciado, con ese estilo directo y sin maquillaje que la ha convertido en un símbolo de empoderamiento para toda una generación. En un entorno donde las figuras femeninas suelen pasar por quirófano antes que por un estudio de grabación, Bad Gyal reivindica la libertad de mostrarse tal como es, sin artificios, sin filtros, sin moldes.

Molde hipersexualizado

Y es que el cuerpo de Bad Gyal -musculado, delgado, trabajado, sin curvas XXL ni silicona a la vista- parece molestar a quienes esperan de una cantante urbana una figura más cercana al videoclip que a la realidad. Pero Alba Farelo, que ha construido su imperio a base de beats calientes y actitud de acero, no está dispuesta a pedir disculpas por no encajar en ese molde hipersexualizado.

La catalana sabe que su presencia rompe esquemas, y eso la enorgullece. Desde sus inicios, ha apostado por una estética propia, a medio camino entre lo trash y lo fashion, sin perder nunca su autenticidad. A diferencia de muchas artistas del género, su cuerpo no es una estrategia de marketing, sino una herramienta más de su mensaje: "haz lo que quieras, sé quien quieras, sin pedir permiso".

Este mensaje cobra aún más peso en una industria donde el cuerpo femenino se ha convertido en una moneda de cambio visual. Bad Gyal responde ahora con la misma energía con la que sube al escenario: sin pedir disculpas, con el micrófono en alto y el dedo medio también.

Su físico, lejos de ser una debilidad, es una bandera. Una que ondea con fuerza entre bases de reguetón y autotune. "No pienso cambiar por encajar", parece decirnos. Y menos mal. Porque artistas como ella no vienen a encajar, vienen a romperlo todo.