Duelo
Cari Lapique, la fuerza de la vida después de la tragedia
Aunque sumida en la tristeza, está bien arropada por sus amigos y el resto de la familia
Este lunes 23 de agosto en la iglesia madrileña de San Agustín se va a celebrar el funeral en recuerdo de Carlos Goyanes y su hija Caritina. Padre e hija fallecieron este agosto con diecinueve días de diferencia. El padre murió el 7 a los 79 años y su hija el 26, a los 46 años. A esta tragedia cruel en la vida de la familia se unió el fallecimiento de Tito Goyanes, cuñado de Cari Lapique. Esta sucesión de desgracias y crueldad del destino ha destrozado a una familia que representaba un modelo de unidad, trabajo y estabilidad. Todo saltó por los aires ese agosto que se presentaba como cualquier verano, en el chalé de Guadalmina, en Marbella, que era el cuartel general de la familia, con un ir y venir de hijos y nietos.
A partir de las fechas malditas, la vida dio un giro tan terrible e inimaginable que dejó en shock a la familia. Cari Lapique, que siempre había sido la mujer fuerte y emprendedora, ha tenido que sacar fuerzas de donde no las hay. Su hermana Myriam, que no la deja sola, y sus sobrinos Carlos y Felipe Cortina son su mejor apoyo. Ellos se han encargado de las cuestiones que tienen que ver con temas burocráticos tras la muerte de Goyanes. Las amistades, como Maribel Yébenes y Nuria González, pasan mucho tiempo con ella, aunque la vida de Cari ahora son sus dos nietos. Viven en el mismo edificio y la costumbre de los niños era subir todos los días a ver a la «abuelona» y al abuelo.
Ahora es Cari la que se encarga de que los niños estén cobijados por ella y por su padre, Antonio Matos. La propia Caritina contaba que su marido, que tenía un horario menos complicado que ella, se encargaba del día a día de los hijos. Ahora el refuerzo es Cari, que se ha volcado en que los niños vayan procesando la crueldad de la vida. Para ella, es imposible. Nos cuentan que son pocas las ocasiones que se queda sola a la hora de acostarse y muchas de las noches duerme con ella su nieta Minicari. «Lo único que le queda es luchar por la felicidad de Pedrito y Cari. Su vida ahora la tiene enfocada para ellos. Y por eso por las mañanas suele acompañar a la niña al colegio. Ahora tiene el tiempo más ocupado cerrando todo lo que tiene que ver con la muerte de Carlos. ¿Qué le vamos a decir como consuelo?». Es lo que nos cuentan varias de sus amigas. Hace unos días pudieron, por fin, convencerla para ir a comer al Qüenco de Pepa.
Para el chico de trece años, Carlos Goyanes lo era todo. Era habitual que el empresario llevara un cordón de cuero al cuello con un colgante que para él era una especie de talismán. Como homenaje a su abuelo, Pedro Matos quiso heredar esa pieza. «La niña tiene adoración por la abuelona. Ocuparse de ella va a ser su mejor medicina», nos detallan.
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