A punto de cumplir nueve meses
Las emotivas lágrimas de Ana Obregón en el bautizo de su nieta Anita
Hermanos, cuñados, sobrinos, y amigos han compartido con la feliz abuela grandes sentimientos y momentos entrañables
No pudo reprimir las lágrimas por la emoción. Ana Obregón ha cumplido hoy su gran sueño. A las cinco de la tarde entraba en la iglesia de Nuestra Señora de La Moraleja con su nieta Anita en brazos para bautizarla en una ceremonia a la que tan solo han asistido los familiares más cercanos y los amigos más íntimos.
La presentadora, que ha elegido un conjunto rosa empolvado para la ocasión, ha vivido uno de los momentos más bonitos de su vida en un templo en el que, desgraciadamente, tres años antes había tenido lugar el funeral por la muerte de su hijo Aless. Seguro que su recuerdo planeó por encima de los presentes en un lugar decorado con flores de Pascua, rosas y otras especies florales en tonos pastel.
Todos los García Obregón han arropado a Ana en una tarde tan especial. Hermanos, cuñados, sobrinos, y pocos amigos (Susana Uribarri, Raúl Castillo, Arancha de Benito, el maquillador Alberto Dugarte) han compartido con la feliz abuela grandes sentimientos y momentos entrañables. En total, unas treinta personas.
La misma Susana nos confiesa que “Ana se siente muy feliz con su nieta, y más en un día como hoy, vive por y para ella. Está como loca de amor por la niña”. Uribarri es uña y carne con Obregón, amiga, confidente, paño de lágrimas y representante. La persona más cercana a la presentadora y actriz en estos momentos.
Los padrinos de la cría han sido Celia Vega-Penichet, prima y confidente de Aless y ojito derecho de su mediática tía, y Giacomo Ugarelli, un intimísimo del fallecido desde que ambos tenían cuatro años y compartieron aula en el colegio.
En un principio, el padrino iba a ser Justin, otro amigo de Aless, pero no pudo desplazarse a Madrid desde Estados Unidos. Luego se dijo que lo sería Nacho Ansorena, socio y miembro del círculo más cercano del hijo de Ana. Pero, finalmente, ha ocupado ese lugar Giacomo.
Anita ha lucido un traje de cristianar de la familia de su abuelo, Alessandro Lequio, perteneciente a los Borbón, y que estrenó en su bautizo el Rey, don Juan Carlos. Las bajas temperaturas aconsejaron que se resguardara del frío hasta entrar en el templo con un abrigo y gorro en tonos azules claros.
La bautizada, según nos cuenta uno de los invitados, “se portó muy bien durante la ceremonia. Tiene rasgos que recuerdan a su padre… Es muy risueña y espabilada”.
Hasta el último momento, la Obregón confió en que Lequio cambiara de opinión y accediera a conocer a su nieta, pero las perspectivas de que se presentara en la iglesia no eran nada halagüeñas, habida cuenta de que el colaborador televisivo ya dejó muy claro hace meses que su familia la componen su esposa María y la hija de ambos. Se olvidaba claramente de Anita, e incluso de Clemente, el hijo que tuvo con Antonia Dell’Atte y que ahora reside en Estados Unidos.
Ana define a su nieta como “alegría pura, una bendición de Dios, se parece mucho a su padre. Yo quiero que mi Anita me llame “bela”, que es un diminutivo de abuela, igual que Aless llamaba a mi madre. Es una niña muy buena… y balbucea muchísimo”.
Tras el acto religioso, todos se han desplazado a la casa de Ana Obregón, en la lujosa urbanización de La Moraleja, donde han disfrutado de una copiosa merienda. La anfitriona se ha congratulado de “tener hoy conmigo a las personas a las que más quiero y me quieren. Me siento inmensamente feliz”. Solamente echó en falta a las figuras más importantes de su vida, su hijo y sus padres, todos fallecidos en los tres últimos años.
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