
Susceso
El escándalo histórico: La turbia vida (y la muerte buscada) del duque de Feria
Cocaína, prostitución, corrupción de menores y un divorcio mediático. El suceso generó ríos de tinta

Fue uno de los sucesos más traumáticos de la década de los noventa en España. Hombre de alta cuna, y a la postre de baja cama, Rafael Medina y Fernández de Córdoba (Cádiz, 1942-Sevilla, 2001), Grande de España, Duque de Feria, Marqués de Villalba y Maestrante de la Real Maestranza de Sevilla, tuvo una vida tan escandalosa que generó ríos de tinta en la Prensa de la época. Tras su ruptura matrimonial en 1988 con la bellísima modelo Naty Abascal (se había casado con ella once años antes en la ermita del Rocío en Almonte, el aristócrata cayó en un submundo marcado por las depresiones, el tráfico de drogas, la corrupción de menores y la prostitución. Años de cárcel y una muerte en 2001 debida, según se dijo, a una ingesta masiva de barbitúricos, truncaron la existencia de uno de los miembros de una de las familias más importantes de la nobleza de nuestro país, los Medinaceli.

Pasó de codearse con lo más granado de la sociedad española, de ser el centro de atención en las fiestas más fastuosas, de bailar con Jacqueline Kennedy y Grace Kelly en las veladas que organizaba su madre, la duquesa de Medinaceli, en la Casa de Pilatos sevillana, a adentrarse en un universo dominado por la delincuencia y las adicciones. Cocaína, alcohol y otras sustancias formaron parte de su vida cotidiana. Su familia le dio por perdido y Naty Abascal, con mucha sabiduría, envió a los dos hijos de la pareja a estudiar a los Estados Unidos para alejarlos de la polémica. Varias prostitutas, una de ellas menor de edad, desvelaron que utilizaba sus servicios en un conocido local de alterne de Sevilla, y, lo que es todavía peor, la madre de una niña de cinco años le acusó de haber raptado en dos ocasiones a su hija para hacerle fotografías desnuda. Un juez sentenció que la menor había sido secuestrada con la ayuda de su tía y que el duque le había pagado veinticinco mil pesetas de entonces por su «colaboración».
Idas y venidas de prisión
En marzo de 1994 fue condenado a dieciocho años de prisión por dos delitos de rapto, tráfico de drogas y corrupción de menores. La sentencia fue recurrida y se rebajó la pena a nueve años de cárcel. Naty en ese mismo momento le pidió una indemnización de 68 millones de pesetas (más de 400.000 euros) para sus hijos por los daños morales que les estaba causando y la pensión que el duque no pagaba.

Al final, el aristócrata recuperó la libertad condicional cinco años más tarde, aunque le pillaron conduciendo ebrio (hirió a tres personas) y le devolvieron al centro penitenciario. Otra vez en la calle, se instaló en el familiar Palacio de Dueñas. Parecía que la vida se enderezaba, pero las depresiones le pasaban factura a un hombre vapuleado por la Justicia y la opinión pública. No obstante, logró recuperar el cariño de sus hijos, Rafael y Luis, y el segundo se fue a vivir con su padre a Sevilla.
Desgraciadamente, por poco tiempo, porque el día 8 de agosto de 2001, el portero del palacio encontró muerto al Duque de Feria cuando acudió a sus aposentos, como hacía cada jornada, para llevarle el periódico. Tenía 58 años. Oficialmente, como decimos, la causa de su fallecimiento fue un exceso de barbitúricos.
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