Belleza

El espejo del alma: Pedroche, ¡no caigas en la dictadura del bisturí!

Es un ejemplo de que la belleza natural puede multiplicarse por mil gracias al esfuerzo, la autenticidad y el cuidado de uno mismo

El look de Cristina Pedroche para las campanadas 2024.
El look de Cristina Pedroche para las campanadas 2024.Cortesía de Unicef España

Cristina Pedroche no es la chica de la mochila azul de aquella estridente canción de los 80. Ella es de Entrevías, ese lugar custodiado por desangeladas vías de tren que reactualizan a las murallas medievales de otros lares. Cristina es de barrio, que no barriobajera, sino de recia raigambre de gente trabajadora, honrada, sin erradas expectativas ni vanas presunciones. Cristina ha conseguido ser amada, odiada, ser indispensable sin pasar jamás desapercibida ni dejar a nadie indiferente por su esperado papel en las campanadas de Fin de Año en Antena 3, donde debutó hace doce años.

Cristina sabe que una chica «de barrio» solamente tiene tres opciones: estudiar y no parar hasta ser médico de barrio, colarse en el olimpo de la política o ser una estrella del «show business».

Su evolución física ha sido gradual. Sus rasgos cálidos y cercanos, de chica de nuestra calle de toda la vida –con su mítico, magnético, distante pero a la vez familiar flequillo recto– nos ha ido seduciendo poco a poco, y su melena de longitud y brillo inalterable ha sido centinela mística de su madurez evolutiva.

Y Cristina nunca se ha visto sometida a la dictadura del bisturí; no cree en cambios radicales. Y la sospecha generalizada acerca de su demoledora e inapelable belleza parece estar en el cuidado que da a su piel, secreto que de momento guarda bajo llave. De silueta delgada, sus seductoras curvas han ido adornándola, gracias a una concatenación de causas y efectos simultáneos, combinando con la suavidad y la efectividad apabullante del yoga o el fitness una alimentación adecuada y un entrenamiento funcional, con suave constancia y asequibilidad para todas. Su primer parto renovó su sangre, convirtiendo a aquella chica de Vallecas en una espléndida mujer de atractivo internacionalmente abstracto. Estudia, hasta la obsesión y el dominio absoluto, las claves de la lenta evolución de la crisálida y prepara su piel en la clínica Santum de Majadahonda para lucir radiante cada 31 de diciembre. Ha sabido reinventarse, readaptarse, reconvertirse sin que su metamorfosis haya afectado al atractivo de aquella joven sexy y aniñada que acaparaba las miradas. Conservando aquellos rasgos, su «look» actual de cuerpo tonificado transmite sabiamente la idea de que es posible ser un volcán seductor con apenas un poco de mantenimiento y sin la enfermiza y antinatural obsesión por la propia imagen.

Es un ejemplo de que la belleza natural puede multiplicarse por mil gracias al esfuerzo, la autenticidad y el cuidado de uno mismo.