
¡Felicidades!
Iker Casillas convierte Navalacruz en el lejano Oeste para celebrar su 44 cumpleaños
El exfutbolista organiza una fiesta temática abierta a todo su pueblo, con disfraces, orquesta y actividades durante un fin de semana entero. Así celebra el portero sus raíces, rodeado de amigos de siempre

Nada de yates ni cenas exclusivas. Iker Casillas ha demostrado, una vez más, que su manera de celebrar va más de corazón que de lujo. A punto de cumplir 44 años este 20 de mayo, el exportero ha adelantado su gran fiesta de cumpleaños con una celebración multitudinaria y entrañable en su pueblo natal, Navalacruz (Ávila), donde ha transformado por completo la localidad en un auténtico escenario del lejano Oeste.
Lo que comenzó hace años como una reunión con sus amigos de la infancia se ha convertido en una tradición local con nombre propio. Tanto es así que ya hay quien la compara con las fiestas patronales de septiembre: "la fiesta de Iker" se celebra cada mayo y es esperada por todos los vecinos y allegados. Porque cuando tu pueblo tiene poco más de 200 habitantes y tú eres Iker Casillas, no hay fronteras entre lo público y lo privado.
Vaqueros y forajidos
El evento, que dura todo un fin de semana, lo organiza y costea él mismo, con la colaboración del Ayuntamiento. No faltan disfraces -este año, de vaqueros y forajidos-, actividades para los más pequeños, castillos hinchables y la ya habitual actuación de la orquesta K-maleon, que hace vibrar la plaza del pueblo durante horas. Todo abierto al público, con una consigna clara: pasarlo bien juntos.
Aunque durante sus años de matrimonio con Sara Carbonero su presencia en el pueblo fue menos frecuente -sobre todo durante su etapa en Portugal-, en los últimos años Iker ha vuelto a convertir Navalacruz en su refugio emocional. "Este año le hemos visto más presente que nunca, feliz, cercano, sin perderse nada", comenta un vecino cercano a su entorno.
Casillas no ha perdido su esencia: es ese amigo de toda la vida que, aunque haya levantado la Copa del Mundo y compartido vestuario con las mayores estrellas del fútbol, sigue prefiriendo las celebraciones a pie de calle, los reencuentros con los de siempre y las fotos con los chavales del pueblo.
A veces, la verdadera grandeza no se mide en trofeos, sino en gestos. Y si algo demuestra esta fiesta es que Iker no ha olvidado de dónde viene. Porque más allá de los disfraces y la música, su celebración es un homenaje a su gente y a la vida sencilla que nunca ha querido dejar atrás.
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