
Nuevo negocio
Íñigo Onieva: entre las pérdidas de Casa Salesas y la apuesta por un nuevo club en Madrid
El empresario y marido de Tamara Falcó no se rinde: tras un primer balance discreto en su restaurante de moda, se lanza a un nuevo proyecto en el barrio de Salamanca

En el universo madrileño de la alta hostelería y el ocio nocturno, los nombres se convierten en marcas y las aperturas en espectáculos sociales. Íñigo Onieva lo sabe bien. Su debut con Casa Salesas, restaurante que aspiraba a convertirse en epicentro del "pijerío"capitalino, levantó grandes expectativas desde el minuto uno. Sin embargo, los números, ahora públicos, no han acompañado del todo: las cuentas de sus primeros siete meses de actividad reflejan pérdidas cercanas a los 6.000 euros, pese a una facturación que rozó los 2,1 millones.
El restaurante, gestionado a través de Casablanca Hospitality, nació con Onieva como socio junto a tres pesos pesados: Manuel Campos Guallar, José Luis López ‘El Turronero’ e Iván Espinosa de los Monteros. Pero la historia cambió el pasado mayo, cuando Campos Guallar realizó una ampliación de capital que lo convirtió en único socio. Onieva, aunque figura como administrador único, pasó a ocupar un papel más simbólico que ejecutivo. Sobre el terreno, sí, seguía siendo el rostro público del local: anfitrión de eventos, coordinador y maestro de ceremonias de una sala que vio pasar tanto a Isabel Preysler como a Tamara Falcó, cuya presencia otorgó al proyecto un aura mediática innegable.
Balance negativo
Las cifras, en cualquier caso, revelan la complejidad del negocio: casi 738.000 euros destinados al personal y más de 513.000 invertidos en materias primas, mobiliario y uniformes. Cantidades que explican por qué el resultado no fue positivo, aunque también reflejan una realidad conocida: no todos los locales triunfan desde su primer ejercicio.
Lejos de retraerse, Onieva ha decidido mirar hacia adelante. Su nuevo proyecto es un exclusivo club social en pleno barrio de Salamanca, que aspira a reunir a la élite madrileña en un entorno más privado y selecto. La apuesta no sorprende: en los últimos cinco años, Íñigo ha transitado con rapidez del marketing automovilístico a la hostelería de alto nivel, acumulando experiencia como director en Mabel Capital y convirtiéndose en la cara más visible de Lula Club, la discoteca de Gran Vía donde lo mismo se podía ver bailar a Ernesto de Hannover que a la nueva generación de noctámbulos madrileños.
A nivel personal, las cosas parecen ir mejor que nunca. Él y Tamara celebraron en julio su segundo aniversario de boda con una escapada romántica a la Provenza. Una imagen de pareja sólida y cómplice que contrasta con los rumores que han acompañado su historia y con las supuestas tensiones familiares. Hoy, de hecho, disfrutan de unas vacaciones junto a Isabel Preysler en Maldivas, inmersos en aguas turquesa y tranquilidad absoluta.
Onieva, pese a los tropiezos, parece haber encontrado en la hostelería no solo una profesión, sino también un territorio donde reinventarse. Y en Madrid, donde cada apertura es un acontecimiento, su próximo club promete dar mucho que hablar.
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