
En busca de la perfección
Javier de Benito, el cirujano estético de las estrellas y del poder
Pionero de las operaciones estéticas, está detrás del cambio de imagen de famosas como Gina Lollobrigida o Carmen Borrego

Javier de Benito es un médico catalán, oriundo de Sabadell y perteneciente a una familia de recia raigambre textil. Está considerado uno de los mejores cirujanos plásticos del mundo. Tuvo una epifanía con apenas once años al ver trabajar a un médico amigo de sus padres, que le empujó a dedicarse al mundo de la medicina desoyendo el consejo paterno que le instaba a seguir el negocio familiar.
Se forma como médico en Barcelona, donde empieza su actividad profesional que hoy sigue en plena Diagonal , con su mítico centro, Instituto de Benito, hoy talismán en aumentar el nivel de felicidad a un público principalmente femenino
De buena familia, talante moderado, sumamente perspicaz, de prodigiosa inteligencia y sosegada prudencia, ciudadano de un mundo elegante y refinado, delicado e incisivo psicólogo; su carácter, dotado de una increíble capacidad para las relaciones públicas, le permitió conseguir un merecido lugar en el palco marbellí. Allí se fraguó su amistad con el conde italiano Carlo Amato, arquetipo de aristócrata internacional y procedente de una de las familias más nobles y antiguas del mundo. Él le catapultó y le dio acceso al trato con lo más refinado y exclusivo de la jet internacional, de la que, al instante, De Benito se hizo receptor de sus anhelos estéticos.
Tiene un don para descubrir qué hay detrás de cada consulta, detrás de cada –presuntamente– fea nariz, papada, vientre prominente o tenebrosas ojeras… Hay un grito de auxilio que el psicólogo Javier, más que cirujano, modula, recalifica y transforma en cariñoso y profesional gesto de ayuda. Se ha ido transformando gradual y progresivamente en una especie de mago con garantías de la estética: sus espectaculares resultados así lo van atestiguando. A través de su milagrosa intervención a Gina Lollobrigida se fue haciendo indispensable en el impenetrable mundillo de la alta política y diplomacia mundial, las inextricables redes de las finanzas y ese proceloso mar de los que están por detrás de todo esto, personas de inmenso poder e influencia que desean mantener en secreto que se han sometido a un tratamiento estético. Por ejemplo, el expresidente de la Generalidad de Cataluña Jordi Pujol, a quien eliminó de su mirada sus características bolsas, tan exageradas que ya casi no podía ver.
Su formación como estomatólogo ha sido fundamental para comprender su atinada evolución hasta llegar a ser lo que es. Estudia a los clásicos hasta dominar los conceptos de simetría, proporción y armonía, que convierte en base de su modus operandi.
Sin proponérselo, se ha convertido en samurai de la escucha activa: deja que la (o el) paciente se desahogue convenientemente hasta poder efectuar un justo diagnóstico, desenmascarando, combatiendo y aniquilando el fatal laberinto en el que las causas se confunden con las consecuencias, propiciando el éxito del tratamiento, involucrándose emocionalmente y convirtiendo el deseo de la paciente en propósito recíproco.
No podía ser de otra manera: el reconocimiento internacional tardó en llegar, pero fue arrollador. Se convirtió en uno de los mejores especialistas del mundo y ya lleva dos años en Madrid, en plena milla de Oro. Vayan pidiendo cita...
[[H2:«Lo que aprendí de las mujeres», un vademécum]]
El especialista ha escrito un libro en el que comparte su experiencia, todo lo que ha aprendido a lo largo de más de cincuenta años de profesión: «Lo que aprendí de las mujeres». Una de ellas es Carmen Borrego,la hija pequeña de María Teresa Campos, a quien ayudó a deshacerse de su molesta papada. «Tenía mucho miedo, pero viendo el resultado estoy más que satisfecha», comentó entonces.
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